Ensanchar Asturias

La gigantesca tarea de los asturianos en el exterior

Guillermo Martínez

Guillermo Martínez

Una planta de pediatría en un hospital en San Fernando de Chile, un teatro que inclina su escenario en Buenos Aires, un espacio propio en el cementerio de La Chacarita. Una capilla a la Santina que nunca dejó de iluminarse allá en la carretera de las Minas de Baruta, en Caracas. Uno de los mayores espacios deportivos y de ocio de toda América, en Ciudad de México. El Imperio de Cafés la Virginia, que Francisco, de Tuernes el Grande, creó en la ciudad de Rosario. La primera piedra llevada de Covadonga a la calle Solís 475 de Buenos Aires. Una institución educativa con más de quinientos alumnos dentro del Centro Asturiano de Santa Fe. El Centro decano en España que desde 1881 lleva acogiendo a los asturianos trasterrados en Madrid. O la llama que compite con la olímpica en actividad y esfuerzo de los asturianos en la ciudad suiza de Lausanne. O esa idea de éxito que conforman tantos profesionales a través de Compromiso Asturias XXI. Escuelas, hospitales, fuentes, donaciones en Asturias. Es la gigantesca empresa de Asturias en el exterior. La material y la inmaterial.

En 2018, el Gobierno de Asturias concedió la Medalla de Oro de Asturias a los Centros Asturianos Centenarios. Porque si en algo destacó pronto nuestra emigración fue en su singular organización. Attali dice que la acción pública tiene dos misiones fundamentales: organizar la solidaridad y preservar nuestra cultura. Pues eso fue lo que hicieron nuestros centros y casas en el exterior. Crearon lazos y servicios más avanzados que los que se disponía en España y preservaron expresiones culturales que casi llegaron a perderse dentro de nuestras fronteras. Fueron una red de seguridad en un mundo con tantas o más incertidumbres que el actual.

Entre los galardonados, el Centro Asturiano de Madrid, al que agradezco de forma sincera este reconocimiento; esta institución fue y es el ejemplo para muchas colectividades, es el punto de encuentro y referencia para los asturianos en Madrid, es la constante actividad lejos de coyunturas y modas, es en definitiva, nuestra Casa, en mayúsculas, en Madrid.

Tuve la enorme suerte de formar parte del equipo de Begoña Serrano. Presentamos la ley de los asturianos en el exterior y del reconocimiento de la Asturianía, que en 2018 fue aprobada por unanimidad de todos los grupos parlamentarios en la Junta General del Principado. Aprendí de su capacidad de mimetizarse con nuestras colectividades, de sus convicciones y entrega. Su herencia, la labor realizada y el cariño y el reconocimiento de tantos asturianos y asturianas en el exterior.

De todos los acontecimientos hubo uno que cambiaría el mundo sobre todos los demás: el Descubrimiento. Porque 1492 ensanchó el mundo, lo hizo más grande. Por eso es tan importante que, frente a discursos excluyentes que nos empequeñecen, pongamos en valor valores universales de los que nuestra emigración es testigo y portadora. Si España no se entiende sin la mirada americana, Asturias no se comprende sin su emigración. Aprendamos de ella, a dejar de mirarnos tanto a nosotros a mismos, de pasar de lo particular a lo universal, a lo que trasciende y estar dispuestos como mínimo, a asumir el mismo esfuerzo que aquellos que un día partieron sin más equipaje que una maleta de cartón. Nuestros emigrantes costearon caminos en sus pueblos porque sabían lo que era la incomunicación. Y sufragaron escuelas –hasta 388– porque sabían del poder de la educación. Grande es su ejemplo y mucha la deuda que tenemos con ellos.

Para afrontar el futuro será necesario evitar dar tantas vueltas para no acabar en el mismo sitio. Romper el miedo a lo nuevo para ensanchar Asturias. No necesitamos construir un pasado heroico, no se trata de sacar lustre a fechas y héroes, ni mucho menos de juzgarlos con la lupa del presente. ¿Por qué no centrarse en crear acontecimientos de los que se hable en el futuro? Trascender comporta arriesgar. Nuestra emigración en un buen ejemplo. Nuestros contornos van más allá de las montañas que nos dieron fama de resistentes, aprovechemos la oportunidad, porque en el mundo actual y futuro lo esencial serán las conexiones, la capacidad de pertenecer a redes flexibles y resilientes ante circunstancias muy cambiantes.

Jugamos en una sociedad posmoderna en la que se afirma que no hay una única verdad, que prima la identidad y el individualismo. Pero, paradójicamente, siguen siendo válidos los objetivos del proyecto ilustrado que creyó en un mundo mejor. Cuando Asturias piensa en lo universal, contribuye y trasciende. La emigración nos abrió al mundo, prolongó nuestra mirada y ensanchó nuestros horizontes. Continuemos su obra.

Guillermo Martínez recibe esta tarde en Madrid la «Manzana de Oro» concedida por el Centro Asturiano de la capital. Será a las 19 horas, en la sede de la institución, y Martínez será presentado por el alcalde de Llanera, Gerardo Sanz.

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