Sol y sombra

Felipe y la tribu

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Refiriéndose a las negociaciones con Puigdemont, Felipe González ha dicho que su tribu tragará con lo que le echen: la amnistía, el referéndum de autodeterminación y la hacienda. No todo vale para gobernar. El expresidente socialista se ha convertido en la voz de la conciencia de una tribu que ya no es la suya y a la que Sánchez se dirigirá, como acostumbra a hacerlo Podemos, para blindarse. Será un blindaje insuficiente puesto que las bases de un partido son una mínima parte de las cuentas que ese partido debe rendir a los electores. Esas bases forman parte de una "tribu" que ya no se acuerda de Felipe, que ha dejado a un lado la lucha por la igualdad para verse reflejada en los famosos derechos indentitarios. El PSOE hace tiempo que no es el partido socialdemócrata del expresidente sevillano, por mucho que intente proyectar la imagen de moderación en el exterior. Dentro comparte la cobija con los populistas de izquierdas, los independentistas catalanes, los nacionalistas vascos y los herederos de ETA. Ha decidido compartir un proyecto común con ellos contra los intereses de más de la mitad de los españoles.

Justificarse democráticamente ante las bases no es más que un brindis al sol cuando para negociar la rendición del Estado no se han tenido en cuenta los votos de los españoles, no ya de la oposición, sino tampoco de los que apoyaron al PSOE en las urnas pensando que al prófugo Puigdemont había que meterlo en la cárcel no concederle la amnistía y ofrecerle además disculpas. La amnistía, como ha recalcado Felipe González en su papel pedagogo, no significa el perdón al delincuente, es la absolución del delito haciendo que la responsabilidad recaiga en la Justicia. El perdón al delincuente sería el indulto, del que el expresidente de la Generalitat no pudo beneficiarse al huir con el rabo entre las piernas a Bélgica después del golpe fallido y la chirigotada de proclamar la independencia de la república catalana.

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