La Pedroche rompió aguas

Cristina Pedroche en las Campanadas 2024

Cristina Pedroche en las Campanadas 2024 / GREENPEACE

Francisco García

Francisco García

En días de sequía informativa y pertinaz resaca no queda más remedio que divagar sobre el vestido de agua de la Pedroche, que quiso dar la campanada en Nochevieja ofreciéndose a la cámara casi como su madre la trajo al mundo y como ella misma trajo al mundo a su hija: en pelota picada y bañada en una prenda mínima que parecía gelatina. O sea, que en lugar de romper aguas, la presentadora se las cosió. Hubo a quien le gustó, en la parte que corresponde al mensaje ecologista de la ninfa de Vallecas disfrazada de madre naturaleza; y hubo quien la puso a escurrir en las redes sociales, donde la cayó un aguacero de campeonato. El caso es que a cuenta del asunto textil reciclable se enzarzaron tirios y troyanos, güelfos y gibelinos, bolcheviques y mencheviques y a punto estuvo de llegar el enfrentamiento a chiíes y suníes, y si me apuran, a hutus y tutsis. Cosas de la polarización, la palabra del año 2023 ya fenecido a juicio de la Fundación del Español Urgente en un país donde ya no se consiente la neutralidad ni la equidistancia. 

Como la enagua es prenda viejuna, vintage y demodé, la Pedroche se vio un baño de multitudes en la Puerta del Sol con un vestido ínfimo de agua de borrajas. Como una ola llegó a nuestras vidas esta presentadora, casada con un tipo raro hasta en el nombre –se autoproclama Dabiz– que parece el cocinero de Sex Pistols y que prepara menús impensables que salen por un ojo de la cara. 

La Pedroche deleitó a la audiencia con una vestimenta –es un decir– elaborada con materiales orgánicos y biodegradables. Los zapatos eran unos zancos hechos con madera de pino gallego. Con lo bien que habría quedado con unas madreñas de abedul o nogal asturiano… El caso es que si la buena señora quiso hacer apología ambiental, el mensaje se le quedó tan corto como el vestido.

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