UNRWA

La misión de la ONU en Gaza, UNRWA, vital para la supervivencia de sus habitantes, corre peligro porque los principales donantes (Estados Unidos y los principales estados de la UE) han dejado en suspensión sus aportaciones tras las acusaciones de Israel de que doce de sus funcionarios podrían haber participado en el atentado de Hamás que provocó la muerte de 1.000 israelíes y dio pie a la situación actual. La acusación es grave y es un error procesarla como mera propaganda en tiempos de guerra.

A efectos administrativos, los funcionarios de la UNRWA, como los de cualquier otra misión de la UE, gozan de protección diplomática. La infiltración de colaboradores o simpatizantes de Hamás es un error grave de seguridad de la propia ONU y, si se confirma, es la más clara evidencia del menosprecio de los terroristas por el pueblo al que dicen defender.

Comprometer a la UNRWA es condenar a muerte a cientos de miles de habitantes de Gaza que reciben su ayuda y los responsables no serían en primera instancia quienes retiran ahora el apoyo sino quienes idearon esa perversa estrategia. El argumento de que solo son 12 de 30.000 es infantil.

En este contexto, llama la atención la posición del ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que se ha desmarcado de la mayoría de sus colegas de la UE y ha anunciado que no retirará el apoyo económico a la UNRWA hasta que finalice la investigación de los hechos, dando presunción de falsedad a las acusaciones de Israel y de veracidad a las alegaciones de Hamás.

No es la primera vez en las últimas semanas que Albares se desmarca de la posición mayoritaria de la UE y de la de su colega de partido Josep Borrell. Una muestra más de su manera de dirigir el ministerio en la que a menudo parecen pesar más las filias y las fobias que las políticas de Estado. Mala manera de pretender ayudar a la noble causa palestina que no es la de Hamás sino la de sus víctimas, sean de la nacionalidad que sean.

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