El AVE asturiano y otras clases de pájaros

El tren madrugador que piden los empresarios al ministro de Transportes

Francisco García

Francisco García

La alta velocidad asturiana aspira a ser AVE madrugador, más que el ruiseñor, el petirrojo o el mirlo, pájaros de actividad temprana. La patronal asturiana reclama al ministro de Transportes, ese señor de Valladolid de florido verbo académico, un tren mañanero del alba para arribar a Madrid antes del desayuno. El empresariado de aquí prefiere ser alondra a búho, y llegar a la capital cuando el negocio toca a maitines. Mejor ave de la mañana que pecar de chorlito, pajarillo de silbido lastimero que se conforma con recolectar migajas. Cuando se llega a los postres se corre el riesgo de que otros se hayan repartido ya la parte más sabrosa del pastel.

Quien madruga goza del beneplácito de la divinidad, tal como certifica la sabiduría popular del refranero. Quien despierta pronto acomete la jornada con la mente clara y más dispuesta a la acción, aunque no por mucho madrugar amanece más temprano, ni por mucho aparentar es caballero el villano. Es decir, que de poco sirve un transporte rápido de primera hora si de tanto madrugar queda la casa sin barrer. Algunos empresarios asturianos no necesitan el AVE a Madrid porque ya están empadronados allí. Pero ese es otro trino que hoy no merece mayor escucha.

Para que Renfe cambie de idea y adelante el horario del primer tren mañanero, los empresarios de la región reclaman el concurso eficaz del presidente del Principado. Alcanzar ese objetivo inexcusable obliga a los que gobiernan a dejar de andarse por las ramas, a romper de una vez el cascarón y a abandonar la placidez del nido. No basta con enviar al ministro del ramo aves mensajeras desde el alto de Pajares ni entonar tangos con voz aflautada de zorzal al modo de Gardel cada vez que viene de visita un emisario de Sánchez: convencer exige voluntad de halcón y ojo avizor de águila. Hay que decidir la forma de volar: gavilán o paloma.

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