Opinión | El pasado del presente

Excelencia conquistada y excelencia otorgada

Un título concedido por Fernando VII a la Junta General del Principado de Asturias

La Junta General del Principado de Asturias

La Junta General del Principado de Asturias

El Parlamento asturiano, con ese nombre suyo tan particular, heredero de la histórica Junta General, tiene hoy a gala la excelencia inherente a su condición de Cámara de representación democrática de los ciudadanos asturianos.

Yendo al pasado, esa calidad ancla sus raíces en la historia misma de la institución que le da nombre. El Fondo Documental de la Junta General histórica, custodiado en el Archivo Histórico de Asturias, guarda entre sus documentos un título especial otorgado hace más de dos siglos, en 1818, por Fernando VII, un rey que de deseado paso a indeseable por su errática conducta, pero que no tuvo más remedio que reconocerle a la centenaria Junta General su valor ante la invasión napoleónica.

Durante las cuatro invasiones que sufrió Asturias entre 1809 y 1812 aquella Junta General, que el celebrado 25 de mayo de 1808 había tenido el atrevimiento de declararse soberana retando a Bonaparte y pidiendo ayuda al Reino Unido, intentó organizar la defensa, mantener las comunicaciones, disciplinar al ejército regular y a las alarmas populares en condiciones adversas con éxito diverso. Hubo de huir por numerosos pueblos y caseríos del suroccidente, por caminos intransitables a veces, protegidos sus miembros por los vecinos. Convocó elecciones a Cortes que llevaron a Cádiz gentes de gran valía, redactores de la Constitución de 1812, La Pepa que tanta esperanza despertó en un reino invadido, abandonado por sus reyes y que confiaba, a la vuelta del monarca, inaugurar un tiempo nuevo alejado del despotismo anterior.

Expulsados los franceses invasores y con ellos los afrancesados fue el momento de retomar la normalidad, o eso creían muchos de los constituyentes. Pero una vez desembarcado Fernando VII en Valencia, amparándose en el pronunciamiento del general Elio, en parte del ejército y en los diputados realistas que a él se dirigieron decretó el 4 de mayo de 1814 nulos la Constitución de 1812 y los decretos de Cortes. El absolutismo iba más con su carácter, afianzaba su poder y conformaba a su clientela antiliberal. España no era monocorde. Muchos patriotas liberales se sumaron al exilio, entre ellos el Divino orador Agustín Argüelles, redactor del título preliminar de La Pepa, el joven diputado Conde de Toreno o el activo liberal y economista Álvaro Flórez Estrada, que había sido Procurador General de Asturias.

Pese a la vuelta al absolutismo, Fernando VII hubo de ir reconociendo los méritos de patriotas luchadores en la guerra que se llamó de la Independencia. En el caso de la Junta General del Principado de Asturias, expide una Real Provisión en la que en términos de monarca totalitario, precedido de sus reales títulos, otorga "por decreto señalado de mi real mano… por un acto de mi soberana munificencia en concederle [a la Junta General y a su Diputación] el tratamiento de excelencia para que lo puedan usar y recibir en sus actos y escritos que se le dirijan, en demostración de la lealtad y prodigiosos esfuerzos con que defendieron el trono en el que me ha colocado la Divina Providencia durante la opresión de los enemigos y para que este rasgo de mi benevolencia trasmita a la posteridad que el país Asturiano confirmó los sentimientos de su fidelidad a mi Real persona, haciendo frente a las huestes del usurpador". Señala que tal distinción tendrá validez "desde ahora en adelante perpetuamente, para siempre jamás…" y ordena a todas las autoridades y personas "guarden y hagan guardar la dicha merced que os hago". Rubricado en Palacio el 2 de noviembre fue oficializado el 23 de diciembre de 1818.

La excelencia de la Junta General del Principado de Asturias, Parlamento asturiano, debe reivindicarse cada día en su ámbito de actuación para que la democracia impere y cierre el paso a la perversión de la tiranía

Detrás de aquel honor estaba la influencia de don Juan Esteban Lozano de Torres, "mi Secretario de Estado y del Despacho Universal de Gracia y Justicia", diputado en Cortes de la Junta General depurada de los elementos liberales. Lozano de Torres, realista destacado, recibió el título de marqués de Casa Lozano por sus servicios. Aunque nacido en Cádiz en 1779, era hijo de asturianos al parecer de extracción humilde aunque figuraba en 1808 en el censo de hijosdalgo de Piloña. En sesión de la Junta General se escribe que era "oriundo de dicho Principado y por su distinguida calidad, ilustración y circunstancias, exige las mayores consideraciones para su país originario". Viajado y fogueado en oficios diversos, "no es hombre de gran instrucción; pero sí de mundo y de tramoya". Solicitó desde el alto puesto que en 1818 ocupaba una distinción para "limpiar" la huella liberal asturiana. Eso no lo logró. Pro absolutista convencido reprimió las conspiraciones de los constitucionalistas en aquel sexenio que precedió al alzamiento de Rafael del Riego y continuó conspirando en el Trienio Liberal que en 1820 repuso la Constitución de 1812.

Coincidencia histórica significativa fue que el mismo año que Fernando VII otorgaba la excelencia a la Junta General, 1818, quien fuera su Procurador General en 1808, Álvaro Flórez Estrada, combativo también desde Londres, capital del exilio liberal, publicaba en el periódico que allí mantenían los españoles, "El Español Constitucional", una atrevida "Representación a SMC [Su Magestad Católica] el Señor don Fernando VII en defensa de las Cortes". Fue una denuncia contundente contra la actitud del monarca en la guerra: "Vos (…) no solamente desamparasteis a la nación en el mismo momento en que más necesitaba ser protegida cuando un conquistador la invadía, sino que hicisteis una renuncia de todos los derechos en favor del mismo conquistador". Y pese a todo, la nación se defendió y emprendió una labor constituyente en tan difíciles circunstancias, proponiéndole un nuevo contrato al rey retornado para modernizar el país con reformas que frenaran el desarraigo de la América española. El rey lo rechazó.

El título con que Fernando VII había premiado a la Junta General era un acto protocolario al que sin embargo nadie podría negarle la justicia ya que se lo había ganado a pulso con su actitud ante la invasión napoleónica y enviando ilustrados al ilusionante proyecto que fraguó la primera Constitución Española. Hoy, sobre la máxima platónica simplificada de "más vale una mala democracia que una buena tiranía", la excelencia de la Junta General del Principado de Asturias, Parlamento asturiano, debe reivindicarse cada día en su ámbito de actuación para que la democracia impere y cierre el paso a la perversión de la tiranía.

[AHA. Fondo Junta General, PA 0159. Real Provisión del Rey…por la que se concede a la Junta General el título de excelencia (1818); Flórez Estrada, Álvaro (1766-1853). Escritos políticos. Oviedo: Junta General, 1994; estudio preliminar y notas Manuel Jesús González. Colección Clásicos Asturianos del Pensamiento Político, n. 5]

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