Opinión

Moscovitas para el ministro Puente

Las promesas incumplidas del titular de Transportes

En relación con Asturias, lo que tiene que hacer el ministro de Transportes, ese señor de Valladolid, es ponerse las pilas. El tiempo que pierde en emplearse como un dóberman en las redes sociales debería emplearlo el titular de la cartera de los enlaces fallidos, los trenes con retraso y las obras que se eternizan en resolver las cuentas pendientes que su departamento mantiene con esta región, que son varias y cuantiosas.

Si aún no hay fecha para la puesta en servicio de los Avril y los Avlo, aunque discretamente se reconozca la inminencia; si nada dicen de la eternización del nudo de Serín, que debe ser gordiano a tenor de la incesante demora; si han devuelto el vial de Jove a la casilla de salida, tal que en el juego de la oca, en Asturias no queda otra que ir de frente a por Puente, a la vista de que cada promesa se la lleva la corriente. Y así sumamos meses, del laberinto al treinta, justo los que lleva el actual ministro tomando el pelo a los asturianos y al gobierno de Barbón, que aprieta pero no ahoga.

Dicen las crónicas que a Puente le supuso un monumental cabreo la reciente reprobación del Parlamento autonómico. ¿Qué esperaba el ministro de nefasta gestión ferroviaria? ¿Una caja de moscovitas y una banda de gaitas aguardándole a la salida de la Variante como si fuera el míster Marshall del sanchismo? Cumpla el titular de la cartera rodante sus compromisos con diligencia, dedíquese a la limpieza de las cunetas donde se amontona la mierda del “caso Koldo” y después ya, si le quedan tiempo y ganas, ocúpese de la esgrima dialéctica en las redes para besugos con los Ristos y los “peperos”. Allá él con sus excesos verbales.

Lo de Transportes con Asturias se antoja ya una pesada losa -no lea nadie en esta frase una referencia a la delegada del Gobierno, que en este asunto desempeña el papel de la marioneta del guiñol, que se mueve como le dicen y dice lo que le dictan-.

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