Opinión | Sol y sombra

La batalla de los humoristas

Ningún Gobierno se había atrevido a tanto con TVE como este

David Broncano.

David Broncano.

Ya que se trata de un asunto de actualidad, no lo voy a eludir. Si me dan a elegir entre el humor de Broncano y el de Motos, la verdad es que no sabría qué decirles. No los sigo. Me faltan elementos de juicio sobre los llamados late show, que jamás me han entretenido. Como apenas me preocupa la caja tonta, en la que solo veo retransmisiones deportivas, películas y series. La información en la televisión tampoco me excita, huyo como del diablo de los sucesos, el catastrofismo, los reality y la propaganda política. No digamos ya de las tertulias estratégicamente apoyadas en el sectarismo de los contertulios.

Sí conozco, en cambio, que Motos se ha mostrado crítico con Pedro Sánchez, mientras que Broncano adopta una actitud, digamos, complaciente y hasta servil con la Moncloa, de ahí el interés en subvencionarlo con un contrato millonario hasta ahora nunca visto, desencadenando una guerra más en los medios. El problema es que el coste de la operación contraataque urdida por Presidencia para neutralizar a Motos son 14 millones anuales del dinero de todos, una cifra demasiado elevada, inédita en la televisión estatal, para un programa supuestamente de entretenimiento.

Sin que pueda compararse a otras cadenas públicas europeas en programación y gestión al servicio de un interés general, ningún Gobierno se había atrevido a tanto con Televisión Española como este. No es que antes no hayan existido manipulaciones de todo tipo, sino que jamás se produjeron como en las actuales circunstancias blindando el sueldo millonario de un cómico para contrarrestar a otro en la pequeña pantalla. Y de forma tan descarada. La Primera, incentivada por el poder político y financiada por los españoles, se enfrenta a "El Hormiguero", el programa de una plataforma privada que parece ser disgusta a Pedro Sánchez, bañando en dinero a un humorista afín. La penúltima batalla política la librarán los humoristas en un escenario que no tiene ni puta gracia, la verdad.

Suscríbete para seguir leyendo