Opinión

PNV

Es tan difícil que el PNV suelte el gobierno vasco como que el Real Madrid pierda una eliminatoria a los penaltis. En el peor momento de los nacionalistas, la izquierda abertzale ha sido capaz de empatarle en escaños, pero no ha logrado la victoria en votos y no tiene posibilidad alguna de conformar un gobierno. El PNV, de la mano del PSE, abre su propio nuevo ciclo político con la sustitución de Iñigo Urkullu por Imanol Pradales que ha ganado a la primera. Mientras, el joven líder de EH Bildu, Pello Otxandiano no ha logrado la victoria cuando lo ha tenido casi todo a favor. Por mucho que cueste entender las entrañas de la realidad vasca, lo cierto es que el PNV no podía lograr más cosas en un momento tan complicado: renovación de líder, mantenimiento del gobierno y debilidad del adversario. El panorama se completará en los próximos meses cuando se renueve también el liderazgo orgánico del partido y Andoni Ordúzar de paso a un nuevo responsable al mando de la Sabino Etxea.

El PNV es el partido más partido de los que operan en el sistema político español: implantado territorialmente, con su propia fábrica de gestión de talento en Deusto, con los líos mínimos en la gestión de las instituciones y capaz de cambiar al líder electoral con solo un titular de diario. Una solidez que le permite el trabajo a largo plazo y el aprovechamiento de cualquier oportunidad, desde Aznar a Pedro Sánchez, para avanzar en sus propósitos. Pradales ha rejuvenecido el proyecto y lo ha catapultado hacia una década de disfrute del poder en la que laminará el talento sensato que se haya podido generar entorno a EH Bildu. Mientras, los partidos que llevan la gobernación en España parecen más partidarios de ser la referencia en Madrid del PNV que de tener un proyecto propio para Euskadi. Curioso.

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