Opinión | Sol y sombra

Sectarismo y tensión

El partidismo desmesurado fruto del sectarismo lleva a la polarización más feroz. En ciertos casos, como el de Eslovaquia, a un final nada feliz, con el intento de magnicidio de Robert Fico, que recibió varios disparos por parte de lo que ahora se conoce por un "lobo solitario". Se han levantado voces para acabar con la tensión que originan las confrontaciones y el desacuerdo, pero nada se puede hacer cuando en la propia agenda de muchos políticos no existe otra estrategia que la del enfrentamiento. Fico, al parecer, era uno de lo que mostraban mayor agresividad hacia el adversario.

El intelectual Michael Ignatieff, flamante premio "Princesa de Asturias" de Ciencias Sociales, cayó en 2005 en la tentación de abandonar su cátedra de Harvard para dedicarse a la política y de ello extrajo una conclusión tan lúcida como amarga que plasmó en un libro titulado "Fuego y cenizas". En él cuenta cómo entonces se dejó arrastrar por la persuasión democrática para tratar de solucionar los problemas de los ciudadanos y, en cambio, descuidó las consignas del partido que lo había elegido como candidato a la jefatura del Gobierno canadiense. Esa persuasión que le tentó tenía que ver exclusivamente con una percepción del deber y de la obediencia ajena al sectarismo. Escribió: "El látigo de la disciplina implicaba que todos nosotros y me incluyo en esto, no representábamos tanto a la gente que nos había llevado hasta allí como al partido que nos mantenía a raya". Las veces en que Ignatieff actuó sobreponiendo sus principios a la conveniencia partidista resultaron al parecer suficientemente decisivas en la derrota de 2011.

En el sectarismo y en la apropiación que algunos dirigentes hacen de él en su beneficio se encuentra el problema. En casos exacerbados, supone también la tensión más insoportable. En España, se ha llegado al extremo de que Pedro Sánchez, en vez de someterse a las consignas partidistas, ha hecho del partido una consigna propia para lanzarla contra los demás. Y los demás responden con ahínco.

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