Opinión

Que viene el coco

El PSOE vuelve a recurrir al pánico a la ultraderecha como argumento electoral en las europeas

La propaganda electoral televisiva que defiende la candidatura europea de la socialista Teresa Ribera asusta, da grima; casi diría que espanta y horripila. El partido que gobierna este país busca seguir obteniendo réditos del pánico como en las últimas contiendas electorales, de tal forma que la vicepresidenta y ministra en cuestión, además de próxima eurodiputada, representa todos los bienes de la superioridad moral de la izquierda frente a sus oponentes de la derecha, a los que mete a empellones en el mismo morral, el que cuelga a hombros del maléfico hombre del saco. Son todos unos buitres despiadados, frente a los querubines y serafines del otro lado de la raya o de la acera de enfrente.

Resulta sarcástico que compare con hienas a sus oponentes de la siniestra diestra, sea extrema, templada, maricomplejina o medio pensionista, la ministra adusta que nunca sonríe y que se pasea como Caperucita encarnada del brazo del lobo, al que protege en detrimento de los ganaderos asturianos, que seguramente no le darán su voto y tal vez lo hagan en favor del otro extremo, empujados por este PSOE a pastos políticos menos apacibles.

No deja de ser hilarante, si no resultara trágico, que apelen al miedo a las alimañas carroñeras los que se pasean por plaza pública cogidos del brazo de filoterroristas. ¿Quiénes resultan más dañinos, los nietos de Franco o los hermanos y los primos de la calaña etarra, reconvertida ahora y blanqueada, para estupor de los herederos de las víctimas de los asesinos?

¿Qué bondad, que honradez atesoran los que promulgan amnistías para prófugos de la Justicia; quienes reconocen a un estado que da acogida a fundamentalistas; que tiran la piedra a la cabeza de un jefe de gobierno austral, esconden la mano y después se ponen dignos en un ridículo ataque de victimismo; que convierten a la mujer del presidente en asunto de estado; que van a dejar el país como un erial? Desconfíen de los que agitan la melena del león, pero también de los cánidos envueltos en vellocino y zalea.