Ni un pelo de tontos
Estos políticos no tienen un pelo de tontos. Un ejemplo: en Llanes y Cangas se aplican unas ordenanzas que dicen que para instalar una terraza en lugar público, entre otras condiciones, debe dejarse en la acera, como mínimo, un metro y medio libre para los viandantes. Calles peatonales aparte, ¿cuántas aceras hay con anchura suficiente para dejar un metro y medio libre? Una o ninguna. El «truco» está en la letra pequeña: los negocios que no puedan dejar ese metro y medio famoso pueden solicitar al Ayuntamiento un permiso «especial» para montar su terracita. Así que el noventa por ciento de los propietarios se ven obligados a pedirle un favor, «porfa, plis», a los mandatarios municipales. Tener la terraza así, de prestado y por obra y gracia del excelentísimo o excelentísima de turno, hace que los propietarios o propietarias estén pillados o pilladas (¡qué pesado lo de ser progre o «progra»!) justo por donde más duele. Los políticos, claro, encantados: al que se mueva o proteste... Lo que decía: ni un pelo de tontos.
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