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El consultorio oriental

Pasear por el bosque es una buena terapia

Caminar por zonas arboladas protege de infecciones y el cáncer, además de reducir el estrés, la presión sanguínea y la glucosa

Un bosquete de El Fitu, en la sierra del Sueve. RAMÓN DÍAZ

Pasear por el bosque no sólo es una cura para el alma, también es una terapia para el cuerpo. Y el otoño es una buena época porque luce en su pleno esplendor. Los expertos recomiendan caminar por una zona arbolada al menos dos horas varias veces al mes.

Los nipones son quienes más se han interesado por estudiar los beneficios de pasear por el bosque. Investigaciones de Universidad de Chiba (Japón) y del Departamento de Higiene y Salud Pública de la Escuela Médica Nipona de Tokio han concluido que una caminata en plena naturaleza supone una reducción de la presión sanguínea, bajan los niveles de glucosa en sangre, se estabiliza la actividad nerviosa autónoma y decaen varios biomarcadores del estrés. El antropólogo fisiológico Miyazaki lo razona porque el ser humano ha estado la mayor parte de su vida evolutiva en contacto con la naturaleza y sus funciones fisiológicas siguen adaptadas a este medio. Por eso es en esos entornos donde se experimenta mayor bienestar.

Pero estos estudios van más allá. Han demostrado que entre quienes frecuentan los bosques, la hormona cortisol -que se libera como respuesta al estrés- desciende en un 12,4%, al igual que la actividad del nervio simpático, en un 7%, y la presión sanguínea, que baja una media de 1,4%. Además, la cifra de infartos se reduce en un 5,8%. Asimismo, mejora el ánimo y se baja el nivel de ansiedad. Pero, por si todos estos beneficios fueran poco, los investigadores añaden que interactuar con la naturaleza disminuye la actividad en la parte del cerebro donde residen las funciones cognitivas y ejecutivas como planificar, resolver problemas y tomar decisiones. En cambio, la actividad se desplaza a otras zonas relacionadas con la emoción, el placer y la empatía, más próximas a la creatividad. Esta lista de virtudes la engrosa otra más: sube la concentración de un tipo de glóbulo blanco que contribuye a luchar contra las infecciones y el cáncer. Además de todos estos efectos positivos para el organismo, se realiza una actividad física tan saludable como es caminar y, como un añadido extra, ahora en otoño, se puede regresar a casa con algún regalo culinario como un puñado de castañas o unas setas. A parte de ser una buena terapia contra el estrés y para lograr relajarse, respirar aire puro es otra de las virtudes que tiene para el organismo, sobre todo, para quienes viven en zonas contaminadas por la polución. Por lo que favorece los mecanismos antioxidantes y se revitalizan los mecanismos naturales de eliminación de toxinas. "Shinrin-Yoku" es el término nipón con el que los anglosajones conocen el "baño de bosque", en el que la naturaleza entra a través de los cinco sentidos. Eso sí, para absorber todos los beneficios es imprescindible desconectar de la actividad diaria olvidándose del móvil, nada de llevar auriculares y, por supuesto, evitar hablar de los problemas cotidianos. Aunque no se trata de una meditación, sí se persigue la mayor conexión con el entorno.

Los japoneses, pioneros en esta práctica, aspiran a incrementar el número de bosques terapéuticos y hay empresas que creen que es una buena opción para sus estresados ejecutivos. Otros países, como Corea del Norte o Finlandia, también quieren perderse en el bosque. En el oriente es fácil, casi basta con salir de casa.

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