Hay menos necesidad que hace cuatro años, cuando la crisis azotó con mayor crueldad la comarca, pero esta tendencia hacia la mejoría social se ha empezado a invertir en Ribadesella. Al menos, según los datos que baraja la asamblea local de Cruz Roja, entidad que ha visto aumentar un 8 por ciento el número de beneficiarios respecto al inicio del año 2016.

La organización tiene dos formas de entregar alimentos a quienes lo necesitan: a través de los excedentes de la Unión Europea (UE) y con lo que recibe del Banco de Alimentos y de donaciones de particulares, vecinos o empresas. La primera vía establece unas condiciones más exigentes, que en este momento cumplen 84 personas en Ribadesella, mientras que en enero de 2016 eran 63. Hay que tener en cuenta que en la cifra de este año se han incluido los seis residentes en el Hogar San José de la Montaña que reciben ayuda para alimentos, una cantidad que hace un año no se incluyó en el cómputo total porque lo tramitaban por su cuenta. La documentación para las ayudas de la UE se recoge entre abril y mayo, pero las necesidades fluctúan y en Cruz Roja tiran de las otras donaciones para ayudar en cualquier momento del año. Arantxa Martínez de Murguía, trabajadora de la asamblea riosellana, calcula que en total llegarán a algo más de un centenar de personas y describe un perfil del beneficiario más normalizado de lo que inicialmente se pudiera pensar.

"La mayoría son de aquí, personas que tenían su vida, les han cambiado las condiciones y ahora necesitan ayuda", resume la trabajadora, quien añade que se trata de "trabajadores temporales" a quienes el empleo "no garantiza tener una vida digna". La mayor parte proceden del sector de la hostelería y, además, tienen hijos. Con esta población, la infantil, la asamblea riosellana también interviene de otras formas: a través del programa de desayunos, con el que ahora proporcionan comida para media mañana a seis niños escolarizados en el Manuel Fernández Juncos, y también con el apoyo escolar, al que acuden otros seis niños. Martínez de Murguía lanza un llamamiento a aquellas personas interesadas en prestar su tiempo como voluntarios ayudando con las tareas escolares a niños sin recursos, a quienes también dan la merienda. La trabajadora conoce los problemas que ocasiona el trabajo estacional en Ribadesella. "En octubre se nota que se ha acabado el trabajo del verano, porque hay más demanda de ayuda. Y ahora se nota que la gente tiene más gastos, sobre todo de suministros eléctricos", detalla la trabajadora, antes de explicar que también se ocupan de quien ni siquiera tiene una casa para guarecerse del frío. El sábado pasado activaron el programa "Ola de frío", con el que entregan -con la colaboración de la cervecería Varekay- bebidas calientes, mantas y algo de comida a las personas que duermen a la intemperie.