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Llanes pierde subvenciones por el mal funcionamiento de la Oficina de Urbanismo

Tres ganaderos del concejo han renunciado a las ayudas para mejorar sus explotaciones ante la tardanza de los trámites y tras varios errores

Javier Cantero, con una de sus vacas, en Piñeres de Pría, ayer. EMILIO G. CEA

No corren buenos tiempos para el sector primario en el concejo de Llanes. El deseo de muchos ganaderos, la mayoría de ellos jóvenes, de poder vivir de esta actividad y modernizar viejas explotaciones para adaptarlas a los nuevos tiempos se da de bruces, según explican, con trabas por parte de la administración local y de la Oficina de Urbanismo para lograr sus objetivos. Hasta dos años se demoran las licencias de obra. En las últimas fechas tres de estos ganaderos se han visto obligados a renunciar a tres inversiones subvencionadas por el Principado por un valor aproximado de 200.000 euros cada una para la construcción de tres naves.

El problema tiene su raíz en la ausencia de Plan General de Ordenación (PGO) y la necesidad de pasar por un tortuoso proceso burocrático que se alarga en el tiempo y que pasa por hacer un estudio de implantación, el pago de tasas y anuncios, y la presentación del proyecto al Ayuntamiento, organismo que, tras su estudio, lo debe enviar a la CUOTA, que tiene la última palabra e informa de manera favorable o desfavorable. Los afectados aseguran que la CUOTA recibe los estudios de implantación con fallos de tramitación y ausencia de documentación básica, lo que supone un frenazo para el proceso.

Quintín Borbolla Galán, Javier Cantero Gutiérrez y Flor del Hoyo Meré, han renunciado a mejorar sus explotaciones por el muro, en forma de trabas burocráticas, que se encontraron en Llanes. Las certificaciones de las nuevas explotaciones deberían llevarse a cabo en septiembre y ninguno de los tres tiene, ni tan siquiera, licencia de obra tras dos años de papeleos. Dos de ellos han gastado más de 10.000 euros en estos trámites.

"Mi hija se quería incorporar al sector con la ampliación. La he convencido para que se dedique a otra cosa", dice Flor del Hoyo, poseedora de una explotación de 130 vacas para la producción de carne ecológica repartidas entre varias fincas de Vibañu, El Mazucu, Nueva y Bricia. "Somos el sector más despreciado que hay", lamenta.

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