Un diez por ciento menos de emisiones de gases de efecto invernadero el año que viene y hasta un treinta por ciento de disminución en 2030. Esos son los objetivos que deben cumplir las explotaciones ganaderas asturianas según la normativa europea, algo que, según advierte el investigador del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo de Asturias (Serida) Fernando Vicente va a suponer "un coste que alguien tiene que asumir".

Vicente acudió ayer al Instituto de Luces junto a la también investigadora del Serida Adela Martínez y el profesor del centro "La Granja" de Cantabria Gregorio Salcedo para presentar los primeros resultados sobre la huella del carbono en las explotaciones lecheras, es decir, qué cantidad de gases de efecto invernadero se producen en este tipo de instalaciones y cómo se podrían disminuir. Un objetivo que, para lograrlo, va a suponer una inversión económica. "La tiene que asumir o bien el propio ganadero o bien recibir algún tipo de ayuda pública, porque al fin y al cabo el beneficio no es del ganadero sino que es para un beneficio social", apunta Vicente.

Y es que tras analizar 15 explotaciones a lo largo de todo el Principado han encontrado los puntos en los que podría ser más fácil conseguir la reducción de los gases deseada. La más fácil, según considera Vicente, pasaría por " intentar reducir el consumo de fertilizantes químicos" y abonar la tierra con otros elementos más naturales, como el purín y el estiércol.

Además, otra fuente importante de gases, en este caso metano, es la fermentación de los animales, es decir, el proceso de digestión de los alimentos. Aunque este gas es imposible de eliminar, pues "la emisión de metano en la fermentación del animal va a seguir existiendo mientras exista la vaca", sí que se puede disminuir cambiando el tipo de alimentación o utilizando "inhibidores del metano", soluciones todas que contribuirían a alcanzar los objetivos europeos.