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Jesús Delgado: "La medicina cambió en cuarenta años lo que no lo hizo en cien"

El enfermero riosellano, recién jubilado, destaca los grandes avances en la atención comarcal y habla con gran cariño de sus primeros pacientes en Amieva

El enfermero Jesús Delgado, en su casa de Ribadesella. C. MURUZÁBAL

"Lo que no se vivió en cien años lo viví yo en cuarenta". Jesús Delgado es historia viva de la sanidad en el Oriente. Este enfermero, o practicante, como él prefiere que se le identifique, nacido en Ribadesella, ejerció su profesión por varios concejos de la comarca durante cuarenta años, una época de grandes avances en lo que a la atención médica se refiere para los pacientes de la zona rural, así como para las condiciones de los trabajadores del sector.

Ahora, después de su jubilación el pasado mes de agosto, echa la vista atrás en su más que merecido descanso y pone en valor los grandes acontecimientos que le tocó vivir.

Su vida profesional comenzó en 1979. En aquel año, con la Constitución aprobada hacía apenas unos meses, se trasladó a Amieva para comenzar lo que se iba a convertir en su vida. "Allí en aquel momento la población era mayoritariamente agraria y trabajábamos en el Centro Rural de Higiene, que se conocía como la Casa del Médico de Santillán", recuerda Delgado, quien guarda un recuerdo muy grato de aquellos primeros pacientes, pues está convencido de que no va a encontrar "a gente así en la vida".

Allí, las condiciones de tratamiento eran precarias. Delgado recuerda muchas visitas a domicilio, un trabajo ciertamente costoso pues solo había carreteras asfaltadas a tres núcleos. Además, no contaban con demasiado instrumental y lo poco que tenían lo debían comprar ellos mismos.

Sin embargo, la primera gran revolución que le tocó vivir llegaría casi diez años después de que se iniciase en el mundo de la enfermería, pues a finales de la década de los 80 se aprobó la atención primaria, lo que trajo consigo la creación de los centros de salud y del policlínico de Arriondas, donde comenzó la atención especializada en el Oriente, el servicio de urgencias y la creación de las actuales áreas sanitarias. Además, un tiempo más tarde llegaron las extracciones al Oriente, lo que hizo que los pacientes no tuvieran que perder un día yendo a Oviedo.

Pero no sólo cambió la vida de los pacientes, sino también la de los propios trabajadores. "A partir de que existiera el policlínico de Arriondas, se reglaron las guardias por ley y se estableció una jornada laboral con descansos, aunque no los pagaban", explica Delgado. Fue un gran cambio para lo que existía hasta entonces. Y es que, hasta ese momento debía estar disponible las 24 horas del día durante los siete días a la semana para atender a los pacientes junto al médico. Sin embargo, se las ingenió para hacer su vida un poco más fácil. "Me puse de acuerdo con los practicantes de Cangas de Onís y Onís para turnarnos y trabajar un fin de semana y descansar dos, pero era un acuerdo bajo cuerda", explica el riosellano. Además, la regulación del tiempo libre también ayudó a su conciliación familiar, pues durante el tiempo que trabajó en Amieva su mujer, Carmen Temprana, vivía en Ribadesella, aunque intentaba ir a verle siempre que podía haciendo del bar "La Ruta" su cuartel general, un lugar del que guardan grandes recuerdos.

Una vez terminada su estancia en Amieva, Delgado trabajó durante unos meses en Posada de Llanes y en 1997 fue destinado en Infiesto, donde estuvo hasta 2007 y vivió la creación del Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa). Sin embargo, la vida le tenía reservada una sorpresa para sus últimos años de trabajo. Y es que, se le presentó la posibilidad de trabajar en el centro de salud de Ribadesella, su villa natal y el lugar en el que residía. "Era un caramelo venir, no podía renunciar, pero me costó tener que enfrentarme a la gente que conocía", reconoce Delgado. Y es que su padre también había sido prácticamente en el concejo y sentía un cierto "miedo a la comparación", algo que, eso sí, terminó pronto.

Ahora, ya jubilado, siente que puede descansar y dedicarse a su gran pasión: viajar.

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