El "Paraíso rupestre" fue un proyecto que preveía dar a conocer la huella prehistórica hallada en todos los municipios del oriente de Asturias. A cada caverna se le construyó un aula, un centro de visitantes, un edificio en donde contar qué había dentro de aquello que iban a visitar. El objetivo era cobijar en una red toda la oferta comarcal. Nació en el seno de la Fundación de Turismo, ya extinguida, igual que la Mancomunidad de concejos del Oriente, y murió cuando la crisis no permitió a los ayuntamientos gestionar lo que las administraciones, regional y local, habían querido crear con tanto afán de proyección cultural y turística. Porque, aunque la idea era buena, no se previó el mantenimiento no sólo de las infraestructuras, sino del personal que tenía que atenderlas durante todo el año, temporada baja incluida, cuando apenas hay visitantes en la zona. Por eso el "Paraíso rupestre" no fue rentable. El municipio de Onís vio la necesidad de rentabilizar el recurso o de que, al menos, no le produjera pérdidas al Consistorio. Por eso decidió que fuera una empresa privada la que gestionara el Aula de la Fauna Glaciar de Avín. En Peñamellera Baja, el aula de La Loja acabó por cerrarse hace dos años. Lo mismo sucedió en Ribadedeva, en el aula de la cueva de El Pindal, y en Llanes, con el centro del Ídolo de Peña Tú. Los que sí parecen resistir la embestida de la crisis que llegó justo tras construir los equipamientos son la Casa Bárcena de Cabrales y el Centro de Arte Rupestre de Tito Bustillo.