Cangas de Onís da calabazas. Y de las buenas. Las de la localidad canguesa de Narciandi no pasan desapercibidas para nadie por su gran tamaño.

La huerta de Pablo Martínez Suero visto crecer este año varios ejemplares de más de 30 kilos cada uno. Y no es la primera vez que ocurre. Porque los cultivos de distintas variedades que planta en su tierra han dado frutos espectaculares, como unos calabacines que alcanzaron los 35 kilos.

Hay también algo que en estos años ha sorprendido a Pablo y a su familia: el tamaño de unas cebollas que han llegado a pesar casi 1,5 kilogramos.

Al principio, las calabazas las utilizaba la familia para hacer morcillas. Pero antes de la pandemia ya se las empezaban a solicitar para la decoración de la fiesta de Halloween.

A Pablo Martínez le ayudan a mantener la huerta sus padres Francisco y Manolita. Y la espectacular producción de esta tierra se guarda en documentos gráficos que atestiguan las dimensiones de los productos que obtuvieron otros años. Francisco Martínez, el padre de Pablo, recuerda que llegaron a tener un girasol que alcanzó los 3,30 metros de alto. “Era de la anchura de la puerta de la casa”, dice el cangués. Las propiedades del suelo y el tipo de abono parece ser la causa de semejante crecimiento en las verduras, hortalizas y plantas que cultiva la familia canguesa.

Pablo Martínez, con sus calabazas.

“Algunas calabazas tenemos que cogerlas entre mi padre y yo porque una persona sola no puede”, dice Pablo Martínez, acostumbrado a lidiar con los productos de gran tamaño con los que le sigue sorprendiendo el campo.