Un pincel único, un pintor con un estilo propio, original y reconocible. Así fue el piloñés Julio Magdalena Marina, fallecido hace un año, a quien los vecinos de su localidad natal, Villamayor, le rindieron ayer un bello homenaje con la inauguración de un monolito en la plaza del Monasterio, justo delante de la casa en la que nació. Sus hijas, Carmen y Julia, recibieron el calor de todos los asistentes con agradecimiento y una enorme satisfacción, haciendo además entrega, como regalo, de una de las obras de su padre, que ya cuelga de la pared del centro social del pueblo. “Fue un acto precioso, nos removió mucho las emociones porque justo la placa se instala delante de la casa en la que nació, adónde veníamos de pequeñas. Y porque el cuadro estará en lo que eran las antiguas escuelas, donde él descubrió su vocación”, señalaron sus hijas.
El acto fue presentado por el historiador José Antonio Longo, quien resumió la vida y obra de Magdalena, que cultivó distintos estilos pictóricos, desde el paisajismo y la figuración aplicando técnicas impresionistas y expresionistas, pasando por sus colecciones dedicadas a las mazcaradas, muy reconocidas en su carrera, hasta sus últimos trabajos, más centrados en la abstracción onírica. “Evolucionó constantemente como artista lo que le convirtió en un pintor único”, afirmó Longo.
Una vocación que descubrió gracias a un maestro, que advirtió sus buenas dotes para el dibujo, animándole a trabajar por mejorar la técnica. “Le compraba material y le encargaba láminas, por ejemplo, de animales para que sirviesen en clase a sus compañeros, pues de aquella no había mucha ilustración en los libros”, recuerdan sus hijas. Así fue como Magdalena empezó a ser pintor inspirándose en los paisajes de la sierra del Sueve y Villamayor en sus pinturas. “Pintaba lo que veía donde se crió y siempre reflejaba esos paisajes”, señalan.
Por eso, el homenaje de ayer en Villamayor “para él hubiera sido muy especial”, afirmaron. Y es que prácticamente no faltó un vecino al encuentro, lo que hizo sentir a la familia el cariño que tenían por él “y eso reconforta”. Al acto también asistió el alcalde de Piloña, Iván Allende Toraño, y el presidente de la parroquia rural de Villamayor, Andrés Rojo, quienes tuvieron unas palabras en recuerdo del genial artista piloñés. “Para nosotros es un orgullo este reconocimiento porque Magdalena forma parte de la historia, la cultura y el arte de este concejo”, dijo el regidor.
“Muy especial tenerlo”
También Rojo mostró su alegría por el reconocimiento, “muy merecido porque es una persona importante en esta parroquia, donde se inspiró para pintar sus cuadros”. Además, agradeció a la familia la entrega de una de sus obras en el centro social: “Para nosotros es muy especial tenerlo”. Y no olvidaron mencionar a Armando Fernández, que fue la persona que movió las voluntades para realizar el encuentro de ayer.
Allí, Longo también recordó la figura humana de Magdalena, a quien trataron de llevar a la Escuela de Bellas Artes, “pero los tiempos convulsos que le tocaron vivir y la vida le hicieron recorrer este camino artístico por el trazado más largo”. Después de varios trabajos y de fundar una empresa, en la década de los años 50 del siglo XX sacó los pinceles para convertir su pasión en profesión. Y ahí comenzó su dilatada y prolífica carrera. “Este salto vino acompañado de un gran éxito de ventas. Como anécdota, podemos contar que incluso una tienda de molduras diseñó una específica para sus obras”, rememoró.
