Triste noticia la registrada este viernes, a las puertas de la “semana grande” de las fiestas patronales de San Antonio, en Cangas de Onís. Ha fallecido Luis González Soto (Luis “el de la luz”), todo un personaje carismático, tremendamente colaborador con la parroquia de Santa María y fiel devoto de “San Antoniu el Nuestru”. Además, durante casi dos décadas, hasta el año 2013, era el encargado de dirigir la subasta del ramu y demás ofrendas cada 13 de junio, en el soportal de la ermita, con su peculiar forma de hacer. Se va uno de los cangueses más queridos en la vieja capital del Reino de Asturias.

Había nacido en el barrio del Mercáu los Gochos, también denominado barrio de la Concepción. Su vida laboral estuvo vinculada a la empresa Ercoa, donde prestó servicios durante más de cuatro décadas, encargándose, entre otras funciones, de leer los contadores por los pueblos, ayudar a confeccionar a mano los recibos de la clientela y, también, a pasarlos al cobro. En sus primeros años como operario en la citada firma, abarcaba desde El Pozu los Llobos hasta La Robellada y de Cangas de Onís a Les Roces.

Siempre estuvo vinculado a la iglesia de Cangas. En tiempos de don Juan Bautista, párroco de Santa María, se esmeraba en tener acondicionados los jardines exteriores, continuando esa colaboración con don Luis Álvarez Suárez. “Una vez me dijo don Juan que estaba nombrado sacristán por decreto. Le comenté que haría las funciones de sacristán, pero que no quería título”, recordaba González en una entrevista con LA NUEVA ESPAÑA

Durante los novenarios de San Antonio, acudía puntualmente a tocar las campanas de la vieja iglesia de Cangas de Arriba (actual Aula del Reino de Asturias). El “día grande” él era, sin lugar a dudas, uno de los protagonistas de la puya´l ramu. “Hubo un año en el que había tres pitos de caleya grandes para la subasta. Lo cierto es que desaparecieron mientras se estaba desarrollando la procesión por las calles de Cangas y nunca supimos quién fue el autor o autores del escamoteo”, rememoraba este cangués de pro al que sus vecinos ya echan de menos.