Envejecer con dignidad y en comunidad. Así lo consiguen en la Residencia Sierra del Cuera, de Posada de Llanes

Los usuarios del centro disfrutan de una amplia variedad de actividades que los hacen sentirse integrados y parte de una gran familia

Usuarios y trabajadores de la Residencia de mayores Sierra del Cuera, en Posada de Llanes

Usuarios y trabajadores de la Residencia de mayores Sierra del Cuera, en Posada de Llanes / J.Quince

J.Quince

Cuando el doctor Eloy Ortiz llegó hace 27 años a Posada de Llanes no imaginaba lo mucho que acabaría disfrutando de su nuevo trabajo. En febrero de 1997 asumía la dirección de la Residencia de mayores Sierra del Cuera, en la localidad llanisca, y lo hizo cargado de ideas y entusiasmo por brindar una experiencia plena a quienes la habitaban, procurando que se sintieran como en su propia casa.

Después de casi tres décadas y, a pesar de los retos del camino, especialmente durante la pandemia del covid-19, la residencia no ha perdido ese compromiso y filosofía de trabajo. Al contrario: los empleados del centro, bajo la dirección de Eloy Ortiz, han encontrado la motivación para revitalizar y dinamizar la rutina de los mayores como nunca antes.

"Viviendo en plenitud" es el nombre del nuevo programa comunitario de esta residencia, enfocado en la atención individualizada de sus residentes. Pero va más allá: "Contamos con un buen número de actividades para ellos dentro de la residencia, que es algo que siempre se ha hecho, pero ahora también organizamos salidas para que puedan hacerlas con la comunidad", explica su director.

El gran tejido asociativo del concejo de Llanes y la comarca del Oriente son piezas fundamentales de este proyecto, para el que colaboran estrechamente varias personas y colectivos locales, como la Asociación El Patiu, el colegio Don Orione o el Colegio Público Valdellera de Posada.

Los más de noventa residentes participan en diversas actividades, desde sesiones de cine, exposiciones, excursiones, talleres y juegos, fiestas... Existe, además, una relación cercana y una comunicación fluida entre ellos y el personal del centro: "No tenemos un calendario como tal, a veces van surgiendo las ideas. Muchas veces son ellos los que nos proponen lo que quieren hacer y nosotros nos ponemos manos a la obra", cuenta Laura Cueto, terapeuta ocupacional.

La última actividad tuvo lugar recientemente con una exitosa comida intercultural con un menú compuesto por platos típicos de Argelia. La jornada fue tan bien recibida que ya planean repetirla próximamente, esta vez dedicada a la cocina ucraniana. Además, tienen en mente más actividades al aire libre para la temporada primaveral: "Queremos aprovechar el buen tiempo para llevarlos a la playa, a tomar algo... Lo importante es que se identifiquen con la comunidad y no se sientan encerrados", señaló Cueto.

Sin embargo, lo que más disfrutan son las relaciones intergeneracionales, especialmente con los escolares de la localidad. Hay numerosas anécdotas, como aquella vez que los mayores permitieron que los niños les hicieran tatuajes temporales con henna. Algunos mantienen contacto regular con los menores por carta o mediante llamada telefónica, forjando entre ellos vínculos imborrables.

Para el personal del centro, estas iniciativas resultan muy beneficiosas, no solo por el impacto que tienen en la mentalidad de la sociedad, que modifica su concepto de una residencia de mayores al uso, sino también por el sentido de comunidad que promueven: "Lo pasamos muy bien y nos reímos mucho. Somos como una familia", aseguran. Así lo corroboran los propios residentes: "Aquí nos sentimos como en casa", apunta Eloisa Irazábal.

En palabras de Eloy Ortiz, esta integración activa y dinamizadora representa el mejor método para "un proyecto de vida que no termina al llegar a cierta edad", sino que continúa.