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Higinio del Río

Una escuela de niñas entre los ruidos del mundo

Historias de un edificio de Llanes que fue cárcel y Casa Consistorial

Aquella escuela de niñas estaba incrustada en una encrucijada del casco histórico de Llanes. Una de las antiguas alumnas, la escritora María Luisa Castellanos (1892-1974), evocaría en su libro “Baluarte de gracia” el ambiente y la sonoridad del lugar: “Todos los ruidos del mundo parecían haberse concentrado en los alrededores de las clases: los golpes del Cajón de Donato al batir la suela; en la carpintería de Presa la sierra y el claveteo armaban demasiada bulla; el repique de las campanas parroquiales, los cohetes de alguna fiesta (…)”. El inmueble, levantado a mediados del siglo XVI en la calle Mayor, en el punto denominado “los Cuatro Cantones”, no llama mucho la atención. Es la sede de la Escudería Villa de Llanes y, probablemente, sólo los turistas avisados se fijan en la placa de la fachada, que nos recuerda su pasado: reconstruido en 1795, en la época del alcalde Blas Alejandro de Posada y Castillo (padre de José de Posada Herrera), fue cárcel y Consistorio. Tenía entonces dos pisos: en el superior albergaba las dependencias municipales, y en la planta baja, las celdas, “bastante sombrías e incómodas”, según recoge Martínez Marina (1754-1833) en su informe para el Diccionario geográfico-histórico de Asturias.

Funcionó como Ayuntamiento hasta el último tercio del siglo XIX. En 1875, una vez que la Administración municipal completó la mudanza al edificio que ocupa en la actualidad, el contratista Bonifacio Garro y Suárez recibió del alcalde Román Romano el encargo de reformar el viejo caserón para destinarlo a escuela de niñas. Garro, que construiría también la iglesia de Poo y varias escuelas en el concejo, añadió un piso y redistribuyó los espacios interiores. La primera planta sería la vivienda de la maestra, y en la segunda estarían las aulas.

Pero no era la única escuela pública que había en la villa. En la calle Mayor, un poco más arriba, frente a la plaza de la Magdalena, estaba la escuela de niños, fundada a mediados del siglo XVIII por el clérigo y beneficiado de la Parroquia de Llanes Fernando Villar y Abariega y rodeada también de “ruidos del mundo” y tañidos de campanas, en la que habían aprendido las primeras letras el cardenal Inguanzo, el hacendista Cayetano Sánchez Bustillo (ministro con Alfonso XII y con Alfonso XIII) y el propio Posada Herrera.

En 1928, los dos centros escolares cerrarían sus puertas y quedarían integrados en la escuela nacional mixta, inaugurada aquel año en la misma ubicación que tiene hoy el Colegio “Peña Tú” en la calle Celso Amieva.

Antes y después de ese momento, la figura insigne de la escuela de niñas fue la maestra ovetense Soledad Mieres Pérez (1868-1944), esposa del secretario del Ayuntamiento, Tomás Estévez. Doña Solita, como la llamaban, católica, republicana y sanrocuda acérrima, ponía el alma en todo lo que hacía, especialmente a la hora de enseñar a las niñas de familias pobres. Como recordaba María Luisa Castellanos, “daba a la hija del más modesto marinero una explicación de Física, lo mismo que a la alumna de familia acomodada enseñaba a colocar un remiendo”. Cuando el agotamiento la apartó de su labor en 1935, fue sustituida durante tres meses por una muchacha recién titulada por la Escuela de Magisterio. La joven maestra se llamaba Dolores Medio, vivía en la propia casa de los Estévez-Mieres y mostraba aficiones literarias. Algunas veces, acompañada de doña Solita, asistía al novenario de San Roque y a mítines en el Benavente; otras, paseaba en soledad junto al mar, ajena a los tambores de guerra. En el Paseo de San Pedro alumbraría la idea de escribir su primera novela (“Mar y cielo”).

http://higiniodelriollanes.blogspot.com.es

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