“Los labradores del concejo de Cangas de Onís se manifiestan públicamente contra el establecimiento del Parque Nacional en este Concejo”, titular del periódico “El Popular”, defensor de los intereses del partido de Cangas de Onís, tras llevar a cabo una movilización el 4 de mayo de 1918 delante de la Casa Consistorial y contra la creación de ese espacio protegido. El lema era sumamente clarificador y elocuente: “Labradores, si establecen el Parque Nacional sin la protesta unánime de los vecinos del concejo y particularmente de los que labramos la tierra, nos haríamos acreedores a todos los perjuicios que nos pudiesen sobrevenir, sin que mañana pudiéramos exhalar una queja”, decían en aquella época los impulsores de las protestas vecinales, quien sentenciaban: “Vivan los pastos libres y combatamos a sus usurpadores”. 

Ahora, un centenario después de aquellas manifestaciones populares, parece reeditarse la historia por estos lares y los actuales ganaderos, no sólo los del parque nacional de los Picos de Europa, sino de toda la comarca del Oriente asturiano, llevaron su malestar y protesta al mismísimo real sitio de Covadonga, este 8 de septiembre, bajo el lema: “La Reconquista por nuestros derechos empieza hoy. Ganaderos, es nuestra lucha”, convocados por el colectivo Asturias Ganadera, con apoyo de la asociación Ganagri, que colabora en la organización, y con el respaldo de los alcaldes de ambas Peñamelleras, Llanes, Cangas de Onís, Amieva y Ponga. 

El 5 de febrero de 1918, se iniciaba la tramitación burocrática, en tiempos de José González Sánchez como alcalde de Cangas, se dio lectura al reglamento del Parque Nacional que se pretendía establecer en los pastos del concejo. “Los concejales señores Tejuca y Sarmiento combaten el establecimiento del expresado Parque por creer que con ello pudieron perjudicar los intereses ganaderos del concejo, una de sus principales riquezas y además porque juzgaban que de este modo interpretaban el sentir mayoritario de la clase labradora de este término municipal” (El Popular). 

La marejada sobre la puesta en marcha del Parque Nacional encrespó a labradores y ganaderos, especialmente a partir del 9 de abril de 1918, cuando en otra sesión del Pleno del Ayuntamiento, se aprobó por unanimidad de los asistentes –hubo ausencias- “aprobar el reglamento del Parque Nacional de las montañas de Covadonga sin que por ello renuncie el municipio en caso alguno a cuantos derechos les conceden las disposiciones vigentes”. Esa aprobación causó un enorme malestar entre gran parte de los vecinos, desencadenando movilizaciones. Se barajaban 12.000 hectáreas de terreno, sólo en el concejo, que pasarían a convertirse en espacio protegido. 

Transcurrido un siglo, la problemática de los cánidos y depredadores sigue estando a la orden del día, ahora en el parque nacional de los Picos de Europa, denominación salida tras la ampliación del antaño parque nacional de la Montaña de Covadonga. Poco más de cien años han pasado y el malestar de los ganaderos de la vertiente asturiana del espacio protegido sigue ahí, con los ánimos encrespados –igual que acontecieron con sus ancestros- por los continuos y constantes daños de los lobos a las cabañas ganaderas. Lo que parecía una profecía en 1918 sigue siendo una palpable realidad en estos coletazos de 2022, a las puertas de otras elecciones municipales y autonómicas. Y sin visos de solución. 

Como no podía ser de otra manera los tiempos han cambiado una barbaridad, pero la situación de los hombres y mujeres del Medio Rural se mantiene en desescalada y sin freno. Infinidad de daños, cuantiosas pérdidas y dilación hasta extremos insoportables de las indemnizaciones a abonar por parte de la Administración. El lema de cualquier protesta reciente es muy elocuente, como si la situación retrocediese 104 años. No todo son subvenciones, hace falta mucha voluntad política. Y quienes están al frente del Parque Nacional bien que lo saben. ¿Hasta cuándo podrán aguantar ese ninguneo las gentes que viven del campo y la ganadería? La paciencia siempre tiene un límite. Corren tiempos difíciles, muy difíciles para el sector.