Antes de casarse, su novia lo llamó para que fuera al dúplex de Valentín Masip a ayudarla con la lista de invitados; fue y le abrió la puerta la mejor amiga de ésta, una moza cañón. «Tu novia fue a por sellos a Correos, a la oficina de León y Escosura, que tardan siglos en despachar», le dijo, y le propuso fornicar en el ínterin, «una vez en la vida, antes de cerrar tu compromiso». Como él no articuló palabra, añadió: «Piénsalo; te espero en el dormitorio». Desde el hall, admiró aquel culo contorneándose escaleras arriba; luego, se levantó, salió de casa, bajó a la calle, se dirigió al coche, aparcado malamente, y ¿quién estaba esperándolo arrimada al capó? ¡Su novia! Emocionada, lo abrazó y dijo: «Estoy orgullosa de tu fidelidad, has pasado mi pequeña prueba; eres el hombre que quiero». Moraleja: dejad siempre vuestros condones en el coche.