Florentino Flórez y Antonio Lana tienen varios puntos en común en su biografía. Los dos nacieron en Avilés, sus familias se instalaron luego en Oviedo y acabaron juntos estudiando Bellas Artes en Madrid. Desde la capital y la vida de estudiantes, año 1984, bocetaron el proyecto que presentarían al Ayuntamiento para una de las paredes vistas que había en la esquina entre las calles Alonso Quintanilla y Santa Clara, que había sido basurero y el gobierno de Antonio Masip había recuperado y ganado para la ciudad.

Floren Flórez, erudito del cómic, que luego estuvo en «Wendigo» y hoy es profesor de instituto en Mallorca, ideó una secuencia cinematográfica titulada «Vetusta». En un travelling de avance se ve a una figura delante de la Catedral -«nosotros mismos hicimos de modelo y de hecho si te fijas la silueta va en vaqueros»-, detalla Floren. La cámara se acerca y finalmente se da la vuelta. Es Clarín. La idea era buscar un motivo ovetense, y la pareja pensó que nada más ovetense que Clarín y la Catedral. Para el otro mural, hoy desaparecido, que ocupaba la pared donde está ahora el hotel Santa Clara, reprodujeron una estampa clásica del Bombé, de aire modernista y azulejado.

La técnica fue novedosa. La trajeron Antonio Lana, hoy al frente de la empresa Ibcmass, y Flórez de Fuengirola, donde habían hecho 120 murales pintándolos previamente sobre placas de fibrocemento que luego se fijaban a las medianeras. Flórez estaba preocupado por la pintura, pero en Fuengirola les recomendaron la alemana Keim, de base mineral, que supuestamente tendría que haber aguantado lo suyo. Con una técnica de reprografía industrial, dividieron el mural en cuadrículas de más de un metro de lado. Lo pintaron y lo montaron en dos meses, antes del verano, en la plaza de toros, donde más tarde Madroñero andaría por allí preparando su maravillosa «Christmas Galaxy» con la que incendiaría el teatro Campoamor.

La casualidad dio casa a Antonio Lana delante de su mural, años de su vida que recuerda como de los mejores. En esa época tuvo fichada la obra y asegura que al menos en una ocasión vio cómo le daban una mano de pintura. Ahora el dibujo está muy machacado. Merecería una restauración, aunque Floren Flórez no le da mayor importancia. «Fue un pecado de juventud, hoy no lo haría así, aunque lo pasé bomba y entonces no creo que lo pudiera haber hecho mejor. En todo caso, no soy sentimental. Si de mí dependiera, pagaría a alguien para que hiciera algo mejor». Clarín nos mira desde la esquina, el mismo lugar donde hubo una pintada con el nombre popular que durante algún tiempo recibió el lugar «Plaza del Corner». Eso también se ha perdido.