Elena FERNÁNDEZ-PELLO

El desprendimiento de revestimientos del interior de la iglesia de San Julián de los Prados hace temer por la conservación del Prerrománico. Los técnicos de la Consejería de Cultura estudiarán qué medidas hay que adoptar. Y aunque el párroco de San Julián, Jesús Huelga García, resta importancia a los desperfectos, el hecho es que, sea cual sea su alcance, en los Presupuestos Generales del Estado de 2012 no hay dinero para el mantenimiento de ninguno de los monumentos prerrománicos.

El plan plurianual que comprometía un desembolso de 600.000 euros en tres años ha quedado en suspenso. El año pasado el Estado aportó 200.000 euros, pero éste no hay dinero previsto. En el documento de los Presupuestos Generales del Estado se registran 150.000 para el 2013, 200.000 para 2014 y 250.000 para 2015.

Así las cosas, el pasado sábado por la noche se produjo un desprendimiento en la iglesia de Santullano. Dos técnicos de la Consejería de Cultura del Principado visitaron el monumento, según pudo saber este periódico, y verificaron que los desprendimientos corresponden al revestimiento del muro occidental del transepto o crucero de la iglesia. Se trata de morteros de escasa calidad, según las mismas fuentes, que datan de una rehabilitación realizada en los años setenta del siglo pasado y que afectó a las armaduras, las cubiertas y las pinturas de la edificación.

Cultura deberá decidir en los próximos días qué medidas adopta, en función del informe de los servicios técnicos.

Jesús Huelga, el párroco de San Julián de los Prados, asegura: «Asumiremos lo que nos digan los técnicos». Afirma que los desprendimientos «no tienen que ver con los frescos» e insiste en que «desde abajo no se aprecia» daño alguno en el muro. «No afectan en nada a la calidad artística de Santullano», recalca. Evita manifestarse sobre el estado de conservación y las necesidades de mantenimiento del monumento ovetense, algo que, subrayó, han de valorar los técnicos.

El restaurador Jesús Puras, que en 1996 realizó un estudio sobre el estado de la iglesia, deja bien sentado, al ser preguntado sobre este asunto: «No es buen síntoma que caigan revestimientos de un paramento». «A bote pronto, denota movimientos en la estructura de madera o del edificio, o la disolución físico-química del mortero», añade, advirtiendo, no obstante, que opina sin haber visto los desperfectos y con todas las reservas.

Puras llama la atención sobre la zona en la que se han producido los desperfectos, en el muro «más abatido por el viento, el sol y la lluvia».

Puras comenta que el estudio que realizó a mediados de los noventa para la Consejería de Cultura contemplaba una serie de medidas urgentes en pro de la conservación del monumento, algunas que presume que resultarían poco populares y que nunca se aplicaron. Por ejemplo, una de sus sugerencias era retirar los revestimientos añadidos en los años setenta, sobre los que Antonio Llopart había repintado los frescos de Santullano. Puras sostiene: «Están en mal estado y afectan al resto», es decir, a los originales.

Altertaba también, en aquel informe, de que el templo está «descarnado» y demasiado expuesto y hacía notar que, cuando se construyó, los muros de la iglesia de Santullano estaban protegidos por una capa de carga y policromados.