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Uno de los castilletes realizados por Peñayos en honor de la cuenca minera.

Pinturas que cantan y canciones pintadas

Manolo Peñayos, integrante del dúo "Nuberu", presenta una nueva exposición pictórica con más color, fuerza y emotividad que nunca

Quién le iba a decir hace unos años a Manolo Peñayos (El Entrego, 1956), integrante del grupo "Nuberu", que la pintura conseguiría cautivarle tanto, hasta el punto de situarse por encima de su pasión por la música o al mismo nivel. Por eso sus dibujos cantan, y sus canciones aparecen ahora convertidas en pinturas. "Todos los días pinto y toco la guitarra. Y si solo puedo hacer una cosa, pinto. Porque es lo más creativo", afirma. El artista presenta en Oviedo, en la sala de exposiciones de Correos, su segunda muestra de "Salensolos", una evolución más de sus característicos grafos, que ya presentó en 2015 en las tres grandes ciudades del Principado.

En esta exposición, Peñayos conserva sus trazos limpios, sus temáticas asturianas, "con la cuenca minera más presente que nunca, con una serie dedicada a los castilletes", y su interés por las flores, la mujer y las pinturas rupestres. Pero, en esta nueva colección el color irrumpe con fuerza, así como la carga emotiva y los trabajos en formatos más grandes y las referencias a culturas más lejanas, como la africana, o problemáticas sociales, como el conflicto Sirio. "La primera surgió viendo la obra de Barceló. Él pinta mucho África, y un día en casa me salió ese motivo solo", explica. El impactante dibujo en el que un hombre amenaza con un arma a una mujer y sus hijos, también salió de su cabeza gracias a un encuentro fortuito. "Vi una fotografía en una red social y me llamó la atención. Pero la olvidé. Pasó el tiempo y un día me vino a la mente y tuve que pintarla". Lo mismo le ocurrió con Frida Kahlo. "Es una mujer que siempre me interesó, ella y su arte. Siempre estuve colgado de los existencialistas y si ella los enamoró a todos, algo tenía que tener". Aunque, como en todos los demás, el trabajo está realizado completamente a rotulador, y su Frida adquiere texturas. "Utilicé un rotulador que es como una pasta, y me gustó esa apariencia casi de porcelana". También hay espacio en la muestra para la madera, con dos piezas de castaño, un cuélebre y un tótem trabajado con motosierra, para sus característicos funámbulos protagonizando escenas de sus canciones.

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