Una ruta por una de las partes más desconocidas de la ciudad, los asentamientos obreros de los siglos XIX y XX, abrió esta semana las I Jornadas de Patrimonio Industrial que el Ayuntamiento ovetense organiza con Langreo y Mieres. El profesor de Geografía en la Universidad de Oviedo, Sergio Tomé, guió a un grupo de unas setenta personas por ejemplos que aún se conservan de tres tipologías de edificios: la vivienda oculta, la ciudad jardín y los bloques.
Del primer modelo, el más antiguo, se calcula que hay repartidas por la ciudad alrededor de cien viviendas. La ruta, el pasado lunes, reparó en dos ejemplos: la Calleja de la Ciega y un grupo de viviendas en la avenida de Pumarín. Se trataba de hileras de casas muy humildes con un patio común en el que era frecuente que los obreros compartiesen servicios como la fuente o el retrete comunitario.
El segundo modelo, la ciudad jardín, es más escaso en Oviedo y solo se conservan en la actualidad dos ejemplos: la colonia del Marqués de San Feliz, vinculada a la Fábrica de Armas y unas viviendas para funcionarios municipales en Otero, que suponen, tras la I Guerra Mundial, las primeras políticas de vivienda social.
El tercer modelo, el de las viviendas en bloque, buscaba aprovechar el espacio para construir el máximo número posible de viviendas. En Teatinos, las colonias Santa Bárbara a y Ceano son buenos ejemplos de la época franquista, aunque en este último asentamiento las viviendas se construyeron en torno a un gran espacio verde. Dicen que Franco lo permitió porque para él Oviedo, era importante al ser la ciudad de su mujer. Pero en el polígono de Ventanielles permitió levantar 2.000 pisos en una zona declarada no apta para vivir por la humedad.