"Al llegar al gobierno local, tuvimos reclamaciones de empresas y colectivos vecinales que no habían recibido su lote de 500 bollos y botellas de vino en San Mateo y otras fiestas. Estaban acostumbrados a disfrutar de lo mismo que los socios de la SOF, pero decidimos cortar el grifo". El todavía presidente efectivo de la Sociedad Ovetense de Festejos, Roberto Sánchez Ramos, sale así al paso de la indignación que han mostrado los asociados por la eliminación del reparto de bollos en la Ascensión y que ha dado lugar a una oleada de bajas.

A su juicio, es preciso que los socios recuperen "las ventajas de las que disfrutaron los primeros años de la creación de la SOF", especialmente en los setenta. "Los miembros de la Sociedad de Festejos pagaban por lo que a otros se les daba gratis. No tenía sentido. Por eso hemos introducido beneficios en los nuevos estatutos". El concejal de Cultura se refiere, entre otras ventajas, a un descuento del 10 por ciento en las funciones teatrales de San Mateo, además de los bollos y botellas de vino mateínos.

Sánchez Ramos asegura que la pérdida de socios de la SOF ha sido continua y gradual desde 1979, pero especialmente notoria con la llegada de Gabino de Lorenzo a la Alcaldía hace 27 años. Según los informes archivados en la Sociedad Ovetense de Festejos, durante los años de mandato del PP -entre 1991 y 2014 (periodo que incluye el gobierno del también popular Agustín Iglesias Caunedo- "hubo un total de 5.484 bajas, la mayor cifra de la historia de esa sociedad".

El presidente efectivo de la SOF hace hincapié en que en aquella época el Ayuntamiento utilizaba a la Sociedad de Festejos como un instrumento para organizar y producir las fiestas de Oviedo sin que nadie "diese una explicación coherente del uso del dinero público que se le proporcionaba". Así, insiste en que "De Lorenzo daba cada año a cuenta de la SOF más de 24.000 bollos y botellas de vino a empresarios o a centros sociales".

Para el concejal de IU, las razones de la pérdida progresiva de socios de la SOF son multifactoriales. En primer lugar, un cambio del modelo festivo en los años 80 al abrir las celebraciones al público general y reducir las actividades de pago. Y en segundo lugar, la carencia de ventajas reales de los socios con respecto al resto de ciudadanos.