Los años de la guerra y los que vinieron después fueron complicados. El hambre apretaba. Llegó un momento en el que en muchos sitios tenían que echarle imaginación para no pasar necesidad. Por los caminos que llevaban a otros pueblos en las orillas crecían unas zarzas que al llegar el verano se llenaban de rosas. Las flores se iban pasando y poco a poco se veían pequeños frutos que con el tiempo iban engordando y poniéndose rojos. Cada día pasaba a la espera de que estuvieran en el momento óptimo para recolectar y así tener algo que llevarse a la boca. Cuando llegaba ese momento recogía todas las que podía, y hacían una especie de mermelada que ayudaba a subir las defensas y a quitar el hambre durante todo el invierno.

Conocido comúnmente como rosal silvestre, tapaculos, agavanzas, rosal perruno o escaramujo entre otros en el mundo botánico es mas conocido como rosa canina y es originario de Europa, Asia y norte de América. Crece silvestre entre la maleza y aunque la mayor parte del tiempo pase desapercibido en bordes de caminos y linderos, al llegar esta época se carga de flores. Son de color blanco o color rosa, provistas de cinco pétalos. Su aspecto es tan bello como delicado. El hecho de que crezca silvestre como mala hierba no le desmerece para nada el gran valor ornamental que tiene. A partir de las flores, bien individuales o formando pequeños racimos, a medida que pasa la floración se va formando el fruto.

El escaramujo o tapaculos es muy interesante también desde el punto de vista medicinal. No es exigente en suelos, con que sean sueltos y no encharquen es suficiente, y en ocasiones hasta a ese tipo de terreno se adapta, la exposición soleada y en cuanto al riego, teniendo en cuenta que crecen silvestres en linderos y bordes de caminos, es una planta que resiste muy bien la falta de agua y sabe buscarse la vida. De hoja caduca al llegar el invierno las pierde quedando una maraña de ramas espinosas con el característico fruto rojo. Suele alcanzar hasta los tres metros de altura.

Como casi todos los rosales el mayor problema lo tenemos con los hongos, el oidio (polvillo blanco en el haz de las hojas), o la roya. En lo que se refiere a plagas los pulgones y si el ambiente es muy seco araña roja. Aunque tengo que decir que para crecer silvestres sin estar al cuidado de nadie no suelen presentar tantos problemas como cabría esperar. Quizás los pulgones sean el mayor problema. Si quieren una zarza en casa es necesario un pequeño esqueje de madera dura en otoño y si se hace en primavera o verano de tallos mas blandos. Se corta en bisel medio centímetro por debajo del nudo, y se pone en una mezcla de arena y turba, a la cual deberemos mantenerle la humedad hasta que veamos asomar nuevos brotes, la señal de que el esqueje ha enraizado.

Si se recolectan los frutos pueden dejarse secar un tiempo, al abrirlos en su interior albergan unas semillas que después de pasar un tiempo en el frigo pueden pasarse a tierra. Es un proceso mucho más lento. Este pobre arbusto que ha quedado en el olvido, abandonado a su suerte en los caminos tiene muchas cosas que aportar, pues guarda miles de propiedades. De esta plata se aprovecha todo, desde las raíces hasta los pétalos, se recolectan antes de que la flor este abierta por completo y se deben de secar al aire y guardarse en un tarro de cristal hermético.

Los frutos se recolectan en otoño cuando ya están bien hinchados y maduros son ricos en vitamina C, combate los resfriados y ayuda a curar la anemia, enfermedades del aparato respiratorio, es digestivo y laxante. Los pétalos en infusión ayudan a calmar los nervios entre otras cosas.

Es posible que no sean tan populares estas rositas como otro tipo de rosas, pero cuando están en plena floración son realmente impresionantes, sobre todo para los que por suerte nos toca recorrer caminos que están llenos de este arbusto, parece que no pero créanme que hace el trayecto mucho mas agradable.