Cuando Alejandro Padrón (La Habana, 1972) volvió a Cuba en 2015 para pasar un mes de vacaciones tras cuatro años afincado en Oviedo, se sintió fuera de lugar. Estaba desubicado. El entorno y él mismo habían cambiado sutilmente. Lo único que seguía exactamente igual era el cielo, pero su horizonte -formado por sueños y anhelos- era distinto. Aquella inquietante sensación se ha materializado ahora en la exposición "Ningún lugar", una muestra de siete piezas a medio camino entre la escultura y el arte gráfico, que hoy se inaugura en la sala Alfara, a las 20.00 horas.

"Llegas allá y no te reconoces en el sitio, aunque de aquí no eres por mucha lucha de integración que haya. Vamos, estás como en una nube existencial". Padrón explica pausadamente el germen de su obra. Lo hace sin dar demasiada importancia a su periplo vital, ni a que los profesores de la Escuela de Arte de Oviedo y los galeristas con los que se ha relacionado le consideren "una de las grandes promesas artísticas contemporáneas". Una de ellas es Dulce Pérez, la directora de la sala de arte Alfara. Ella le dio la posibilidad de usar los talleres que la galería tiene en Salamanca para esculpir y matizar las piezas.

Padrón estudió el ciclo formativo de grado superior de Grabado y Técnicas de la Estampación en la Escuela de Arte de Oviedo. Se matriculó al poco de aterrizar en Asturias cargado de ilusiones y con uno de los títulos artísticos más codiciados bajo el brazo. Ese mismo año se había graduado en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro por la especialidad de Escultura.

Fue uno de los quince afortunados de su promoción que lograron superar las pruebas de acceso de una de las escuelas más prestigiosas del mundo. "Es muy difícil entrar allí. Se presentan unas 200 personas que deben enfrentarse a pruebas de dibujo, pintura, modelado o historia del arte. Yo tenía conocimientos en cerámica y había trabajado en talleres, pero, aun así, me preparé con un profesor para ir más seguro a los exámenes".

La exposición "Ningún lugar" está basada en su trabajo de fin de estudios en Oviedo, "Horizonte". En esta ocasión, Padrón ha ampliado el trabajo al crear siete piezas hechas de hormigón armado, papel de grabado, madera, cristal y malla de obra. Son obras que juegan con los sentidos del visitante porque le transmiten fortaleza y fragilidad al mismo tiempo. Además, la muestra se completa con textos de autores hispanohablantes, como el escritor cubano Virgilio Piñera o el poeta mexicano José Emilio Pacheco.

Permanecerá abierta hasta el 31 de julio y los primeros días de septiembre, de lunes a viernes, de 9.30 a 13.30 horas y de 16.30 a 20.30 horas. Y los sábados, de 10.30 a 13.30 horas.