Elena FERNANDEZ-PELLO

La recuperada jira al Naranco, interrumpida durante ocho décadas y celebrada ayer por segundo año consecutivo, tiene en esta segunda etapa de su historia una alta carga reivindicativa en defensa del monte ovetense. Carlos Fernández Llaneza, presidente de la asociación Manos por el Naranco, dijo antes de empezar la subida que el monte está lanzando "un grito de ayuda y es hora de que los ovetenses empecemos a mirarle a la cara". El Alcalde, el socialista Wenceslao López, aseguró que el plan especial para el Naranco "es una prioridad" para el equipo de gobierno, que, aunque maneja los plazos con cautela, confía en tenerlo aprobado este próximo otoño.

La amenaza de lluvia se cumplió, aunque permitió que la fiesta discurriera según lo previsto hasta poco antes de las cuatro de la tarde. Fue entonces cuando los organizadores -Manos por el Naranco y el Ayuntamiento- tomaron la decisión de cancelar las actividades previstas, entre ellas el concierto de "Los Berrones", que se pospone a una fecha aún por determinar. Tampoco hubo ocasión de seguir el partido de la selección española contra Rusia en el Mundial en el prado, en las pantallas que estaba previsto instalar con ese propósito. Sí pudieron actuar el contador de historias Milio' l del Nido, el dúo "Silvidos y Gemidos" y "Tejedor".

Aunque con poca asistencia, una posibilidad con la que se contaba de antemano por las previsiones meteorológicas y el Mundial de fútbol, la mañana estuvo animada. Doscientos atletas participaron en la primera carrera hasta la cima popular, en la que resultó ganador Pablo Ibáñez Inclán, del Club Oriente Atletismo; la primera mujer clasificada fue Liliana Otero Iglesias, del SCD Ribadesella.

También hubo una importante participación en el primer certamen de pintura al aire libre. Los premios se los llevaron, por este orden de clasificación, Vicente Soto, Klara Konkoly y Diego Fernández.

Durante toda la mañana hubo juegos tradicionales, que estuvieron a cargo del Grupo Deportivo 6 Conceyos, y visitas guiadas, por los pozos de nieve y los bunkeres y nidos de ametralladoras de la Guerra Civil, dispersos por el monte.