"Shakespeare es Shakespeare" y una comedia de Blake Edwards funciona todavía mejor si la noche de verano acompaña y estás en el centro de Oviedo. El teatro y el cine arrancaron ayer en la ciudad sendos ciclos, el de las visitas guiadas al Campoamor y el del "Cine a la luz de la luna", con éxito de público en ambos casos.

En el Campoamor se pudieron ver las dos caras del arte dramático. El teatro, de cara al público, son sus tablas, butacas, luces y arte. De espaldas a este, esconde pasillos, escaleras, salas e historia y con la misión de que el público conozca más allá del telón ayer dio comienzo un nuevo ciclo de las visitas teatralizadas.

El atractivo más importante para el público fue la mezcla entre representación e historia y desde un primer momento los asistentes entraron a este juego, al ver a un resucitado Ramón de Campoamor dándoles la bienvenida.

Cien espectadores conocieron salas y espejos tras las tablas. Las visitas, a cargo del grupo teatral Factoría Norte, pudieron recorrer desde las tablas donde cantó Plácido Domingo hasta las bombillas que iluminaban su camerino, ya que este teatro "fue el primero en tener instalación eléctrica", recordaba el resucitado Campoamor.

Las visitas, este año, tienen dos pilares. Las protestas del 68 en Francia y la obra de Shakespeare "El sueño de una noche de verano". El "mayo francés", según la directora, Carmen Gallo, ayuda a dar cercanía, dinamismo y es bisagra entre etapas de la visita, mientras que "Shakespeare", zanjó, "es Shakespeare".

Pese a llenar todas las fechas el año pasado, un nuevo objetivo para esta ocasión era aumentar la "teatralización" y la obra del dramaturgo inglés ayudaba a este fin: "La historia no se puede cambiar, pero el modo de contarla. sí", recalcaba Gallo. Por esto, intercalando la voz de Ramón de Campoamor, se representaba el drama shakesperiano de amor y celos.

El elenco, un grupo de seis interpretes que varían tanto de vestuario como de escenario, pasando del hall de la entrada a lo alto del anfiteatro, acompañados por un piano. "El teatro es como el cuerpo humano, tiene boca, patas, hombros e incluso un peine", explicaba Campoamor.

Pese a que la representación tiene aspectos históricos y explicativos, la comedia fue una constante y la actualidad, el nexo. Hasta el final, en el que la compañía reivindicó "más cultura", con fondo de aplausos.

Tres horas más tarde, la plaza del Ayuntamiento, acogía el inicio del ciclo de "Cine a la luz de la luna". La primera proyección, "El guateque", de Blake Edwards, desbordó las doscientas silla, obligando a parte del público a buscar asiento en el suelo.

Pese a que muchos de los asistentes desconocían el ciclo, el buen tiempo y la casualidad había logrado atraerlos. Tanto las visitas, como el cine, contaron con la presencia del concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos.