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Varias personas sepultan ataúdes de fallecidos por la pandemia.

Los estragos de la "gripe española"

La devastadora pandemia del primer cuarto del siglo XX se cebó especialmente con la región y con sacerdotes y médicos que estaban en estrecho contacto con los enfermos

Hace un siglo por éstas fechas, Asturias se estremecía ante una gripe que en pocas horas causaba el fallecimiento de miles de afectados. Fue una pandemia devastadora que sembró de luto a miles de familias.

Sin entrar en el bautismo injusto de la pandemia, su desarrollo geográfico en el mundo, los tratamientos estériles o el descubrimiento del virus en cadáveres perfectamente conservados muchas décadas después en la zona septentrional de Europa, vamos a referirnos a su incidencia en Asturias y en Oviedo.

Aunque los datos oficiales de los organismos regionales de sanidad no son conocidos, sí sabemos, por ejemplo, datos parciales del Ayuntamiento de Gijón entre el 1 y el 16 de octubre, registrando 2.837 casos de los que fallecieron 157. El citado día, 16 de octubre, en Gijón había 1.247, enfermos. De la masiva presencia del virus en el mundo laboral ofrece testimonio la Fábrica de Trubia, con un total de 480 afectados.

A falta de datos oficiales, para aproximarnos a la realidad de la tragedia tomamos como referencia las cifras de fallecidos en la provincia y en la capital asturiana y las actas de defunción que aparecen en el Registro Civil de Oviedo, correspondientes al periodo del 15 de septiembre al15 de noviembre por ser el ramo más agresivo de la gripe.

Algunos estudios alargan el tiempo de la epidemia hasta bien entrada la primavera de 1919, pero sin duda, la mayor intensidad queda reflejada en los dos meses citados. Para reforzar el análisis de las cifras de fallecidos recogimos además, datos en otras dos parroquias asturianas: Caleao (Caso) y El Pino(Aller)

La pandemia llamada en muchos países "gripe española", bautizada así por los enemigos tradicionales de España, tuvo una incidencia desigual en Asturias. Determinadas zonas fueron muy afectadas y otras limítrofes apenas registran casos significativos. Surgían teorías peregrinas como achacar la causa a las aguas o al consumo en dosis elevadas de café para eludir la enfermedad. En Aller por ejemplo el valle de Felechosa y la parroquia de El Pino registraron una altísima cifra de fallecidos (57), en una población de 1.400 habitantes, mientras que en el valle de Casomera no aparecen ni de lejos, cifras similares. Caleao en Caso aporta cifras muy altas: 44, para una población que no superaba los 700 habitantes. En Asturias tomando como referencia el número de fallecidos en los años anteriores y posteriores a 1918, existen cifras bastante elocuentes de los efectos mortíferos de la enfermedad.

En 1917 se registran en Asturias 14.326 muertes y 13.942 en 1919. En 1918 las cifras alcanzan los 23.281, 8.955 más que en 1917 y 9.339 más que en 1919.

En Oviedo las cifras anuales de defunciones arrojan los siguientes datos: En 1917 fallece 1.563 y en 1919, 1.599. En 1918 ascienden los muertos a 2.650 (1.087 más que el año precedente y1051 más que el posterior de 1919).

Al margen de las cifras generales anuales de Asturias y de Oviedo y ciñéndonos al periodo más álgido de la epidemias, del 15 de septiembre al 15 de noviembre, en Oviedo, el examen comparativo de los años nos da el siguiente resultado: 1917 (258), en 1919 (318) y en el año 1918 (999). Por tanto la diferencia entre el año anterior (1917) y posterior (1919) es de aproximadamente 700 víctimas más en 1918. Conviene aclarar que las cifras son absolutas, es decir de todos los fallecidos ,y en ellos se incluyen muertes ajenas al proceso gripal. De todas formas son datos esclarecedores.

La gripe se cebo de manera especial con sacerdotes y médicos. A finales de 1918 habían fallecido en España 118 facultativos. el colectivo sufrió unas elevadas cifras de mortalidad al estar a la vanguardia de atención a los enfermos.

Las procesiones y rogativas clamando el cese de la pandemia aumentaban considerablemente el número de enfermos por contagio entre el clero.

Las autoridades nacionales sanitarias se mostraban impotentes ante la demanda de los ciudadanos para hacer frente a la enfermedad. Un científico quiso aportar la panacea de la cura de la gripe y recomendó como tratamiento el suero equino, sacrificándose estérilmente miles de caballos del Ejército. El punto culminante de la pandemia en Asturias se registró entre el 10 y 20 de octubre. A partir del mes de diciembre se, apreció ya un claro declive.

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