Como abrir un tesoro e inventariar las joyas allí escondidas. Así fue, ayer a las 19 horas en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, la presentación del "cofre cultural" que promueve el Ayuntamiento de Ribera de Arriba y que, bajo el título "Viaje a la Ribera (asturiana)", agrupa un cuidado volumen sobre el municipio con fotografías y textos de destacados creadores, la película "El caballero Don Quijote", dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón, y el disco que el cantautor Pipo Prendes ha dedicado al concejo.

Abrió el acto José Manuel Vaquero, consejero de Prensa Ibérica Media, grupo editor de LA NUEVA ESPAÑA, y uno de los autores reunidos en el volumen. Vaquero elogió la calidad de los creadores implicados en el proyecto: los escritores Manuel Vicent, Fulgencio Argüelles y Manuel García Rubio, el periodista Ángel Harguindey, el fotógrafo Jordi Socías y el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón, además del productor cinematográfico Juan Gona y el cantautor Pipo Prendes, autor de un tema dedicado al municipio con posibilidades de convertirse "algún día en himno" de Ribera de Arriba, apuntó Vaquero. Todos colaboran en un viaje cultural a un concejo "superdotado en inquietudes artísticas", como lo definió Vaquero, antes detallar esa "variada y ambiciosa riqueza cultural" que se sustancia en el certamen de pintura, los festivales de jazz y de fado o los encuentros de cine, sin olvidar el coro parroquial de Ferreros, el Club Riberano, la Casa de Cultura o las fiestas del Ángel, de la Mortera del Palomar, y San Juan de Mata, en Bueño.

Vaquero cerró su intervención con dos apreciaciones sobre el progreso del municipio y una "pregunta impertinente". Habló del cambio "espectacular" en Ribera de Arriba y cómo "aquellos caminos embarrados que yo padecía cuando venía a estudiar a Oviedo no tienen hoy nada que envidiar a la calle Uría". Elogió, en estos días riadas catastróficas en Mallorca, que el dragado del Nalón, haya permitido atajar "aquellas inundaciones que anegaban la vega como si fuera un mar". Y la pregunta reivindicativa fue por qué "esa vega fértil y tan llana como la palma de mano en un territorio tan montañoso como el asturiano", languidece en un "escandaloso abandono" y sin la explotación agraria que aportaría un importante complemento a las rentas locales. Vaquero subrayó que los vecinos "han demostrado que no les falta iniciativa" pero necesitan el "apoyo de los poderes públicos" para acabar con el minifundismo, fuente de "indolencia e inutilidad" de esta vega.

El cineasta Manuel Gutiérrez Aragón, que tomó la palabra a continuación, habló de su aportación al "cofre cultural": su versión de la segunda parte del Quijote. Contó una divertida anécdota. Relató cómo él y Juan Gona, el productor, se decantaron por el actor Juan Luis Galiardo para encarnar al "flaco y enteco" caballero de la triste figura. En un primer momento, hicieron ver a Galiardo que él era demasiado robusto para el papel, a lo que les respondió: "Eso lo arreglo yo". Al cabo de un tiempo se presentó mucho más delgado. Pasó silencioso a la oficina de produccón y comenzó a desnudarse. Totalmente. Luego dijo: "Hasta aquí he llegado. Esto es lo que da de sí. Más allá, no". Gutiérrez Aragón se le quedó mirando y le dijo: "Tienes una cosa buena. El Quijote está completamente loco, así que como tú también estás loco, quedas contratado".

Manuel Vicent tomó la palabra después para hablar de su viaje a la Ribera y, de paso, perfilar el acto de viajar que, según el castellonense, tiene dos momentos de clímax: cuando se prepara la maleta "para poner el alma y el corazón en camino" y cuando, una vez de vuelta, se recuerda lo viajado. Habló de la visita de cuyo recuerdo surgió el texto recogido en el "cofre cultural" y describió a la gente asturiana como "entera, muy suya, con cierta retranca". Detalló la conversación que mantuvo con un lugareño que sólo respondía "qué" cuando Vicent saludaba con un "qué"; y sólo decía "bien" cuando le preguntaba si estaba bien. Pero que al revelarle el escritor que había venido a ver el paisaje, le espetó: "Eso dicen los señoritos americanos, que vienen a ver el paisaje y luego vienen las hormigoneras detrás. Vicent quedó perplejo. "Aquí hay un hombre, me dije". Esta alusión al paisaje y sus destructores, le sirvió a Vicent para abrir una de sus siempre bien hiladas reflexiones. Habló del impacto de la térmica y de su mancha en el "apacible valle roto de color esmeralda". "Cuando en el mundo ya no se sabe quién manda, cuando nuestro cerebro está alimentado por cosas que no controlamos, el agarrarse a la mermelada de la abuela, agarrarse al perfume de la hierba recién segada es adelantar un sueño. Hay mucho más futuro en esa memoria que en la térmica. En lo que se supone que nos va a traer la térmica hay más destrucción y menos belleza que en recuperar la memoria de lo que fuimos unidos a nuestro paisaje, la placenta donde estamos viviendo".

El escritor Fulgencio Argüelles, que intervino a continuación, también habló de su sueño de ver zarpar para siempre a la térmica del valle, a la que imaginó siempre como un transatlántico varado en la confluencia del Nalón y el Caudal.

El periodista Ángel Harguindey puso el contrapunto. "Voy a hacer de abogado del diablo en este ejercicio de botafumeiro e incienso", advirtió. Y luego detalló cómo el presupuesto municipal se ha multiplicado gracias a las compensaciones por la térmica, "algo que ha permitido acabar con los caminos de fango y tener wifi gratis. Si retornásemos a la agricultura idílica volveríamos también al fango y a no tener wifi".

Con la actuación de Pipo Prendes se cerró este cofre del tesoro, que se repartió gratuitamente entre los asistentes.