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La "milla" de La Vega, práctica universitaria

Alumnos del máster de Ingeniería de Gijón idearon un polo tecnológico en Oviedo en un ejercicio de gestión de proyectos

La "milla" de La Vega, práctica universitaria

La "milla" biotecnológica que podría acoger el recinto de la fábrica de armas de La Vega tal y como sugiere la Cámara de Comercio, ya existe. Se llama Polo Tecnológico de Asturias (PoTEC) y ha sido pensada y diseñada por un grupo de ingenieros recién salidos de la Escuela Politécnica de Gijón. Al menos esa es la hipótesis teórica con la que en el curso 2016/17 trabajaron siete grupos de estudiantes del máster de Ingeniería Industrial dentro de la asignatura de Dirección de Proyectos. Su coordinador, Valeriano Álvarez, matiza que no se trata más que de un "juego", de un ejercicio en el que se quiso plantear a los ingenieros un caso práctico. No es un trabajo profesional, pero permitió a los estudiantes recorrer las naves de La Vega, trabajar sobre una hipótesis cada vez más real y cumplir con el objetivo de la asignatura, que no era el de resolver el desarrollo de La Vega y sí que se enfrentaran a la necesidad de organizarse, planificar y controlar del modo más eficiente posible la ejecución unas tareas que supusieran "la aplicación de las competencias adquiridas en los Grados que dan acceso al máster", cuenta Álvarez.

El punto de partida era el del Polo Tecnológico de Asturias, por ser el más adecuado a la titulación de los estudiantes (ingenieros industriales, sin competencias en edificación residencial) y en la hipótesis se vinculaba este desarrollo al entorno biosanitario, aprovechando la cercanía del HUCA y los grupos de investigación de la Universidad. "El suelo debía tener un aprovechamiento mayoritario para desarrollo de parcelas y edificaciones orientadas a la implantación de empresas", detalla Valeriano Álvarez, "reservando una parte (que debía incluir los espacios del claustro, el 'castillo' y la capilla, al menos, para uso público siendo transferida su gestión al Ayuntamiento una vez construidos. Se les daban unos requisitos mínimos de tamaño de parcelas y superficie edificada".

Contemplado desde el aquí y ahora, el coordinador no quiere entrar en los contenidos por tratarse de "aproximaciones de los estudiantes", pero como resumen de todos los trabajos sí se extrajeron algunas conclusiones.

La primera fue que pese al mandamiento inicial de una conservación mínima de edificios, los alumnos, conocida la historia de las naves, plantearon una conservación de máximos. Su propuesta fue mantener una parte de los edificios "integrándolos con edificaciones modernas". También incidieron en que en la zona Sur de la parcela había edificios representativos que "podrían integrarse en la ciudad como un atractivo turístico más, como nexo de unión en cuanto a espacio turístico entre el casco histórico y la iglesia de Santullano".

En el apartado de las debilidades detectadas, los alumnos identificaron la necesidad de cuidar los accesos y los aparcamientos. "Los alrededores de la parcela tienen un tráfico bastante pesado que se vería muy incrementado con la implantación de empresas intensivas en trabajo", relata Álvarez. "El problema de accesos no se resolvió de forma satisfactoria ya que sería necesario una actuación fuera del entorno de La Vega y una reordenación de trafico de carácter más general para resolverlo".

Los estudiantes también indicaron la necesidad de resolver los tráficos contando con los vecinos y alertaron (al margen de las dificultades del suelo, por su contaminación o los problemas de cimentación) que el reto del Polo Tecnológico sería generar una ocupación suficiente y de la calidad de las parcelas. "Porque estos parques", concluye Valeriano Álvarez, "han tenido un éxito desigual, con casos de éxito como la milla de conocimiento y otros con éxito mucho más limitado".

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