Las islas de Trinidad y Tobago están consideradas la tierra de los colibríes, unos pájaros "muy territoriales y agresivos", como explicó ayer en el Club Prensa Asturiana Luis Mario Arce, periodista de LA NUEVA ESPAÑA, naturalista y delegado en Asturias de la Sociedad Española de Ornitología.

La charla se enmarcó en el ciclo de proyecciones comentadas "Viajes ornitológicos", organizado por SEO-Asturias. Arce destacó la presencia de especies como la coqueta adornada, "que suena como un abejorro cuando vuela, y está considerada la reina de los colibríes", indicó el conferenciante. Los primeros pobladores dieron a Trinidad el nombre de Iere, que significa "tierra de los colibríes", tal como explicó Arce. "Es lógico que se fijaran en estas aves, ya que, por un lado, presentan una diversidad y una abundancia notables, en relación con el tamaño de las islas, y, por otro, eran animales sagrados, que simbolizaban el alma de los antepasados", añadió Arce. Tras el descubrimiento de las islas por parte de Colón, el 31 de julio de 1498, el nombre de Iere se cambió por La Trinidad. Aquellos pobladores originales pertenecían a dos pueblos amerindios: los arawaks, de la región del Orinoco, y los caribes, del Amazonas, que colonizaron también Tobago.

Aún hoy es posible ver en los bosques de Trinidad zonas en las que se juntan los machos para exhibirse o realizar auténticos duelos de esgrima. El campanero barbudo, el trogón dorsiverde, el saltarín dorsiazul o el mielerito cerúleo son algunas de las aves de la selva que llaman la atención a observadores del todo el mundo. No es casual que las islas de Trinidad y Tobago, en el extremo sur del Caribe, frente a la costa de Venezuela, sean un destino muy popular para los observadores de aves norteamericanos y británicos. "Hay una buena razón para ello, constituyen una perfecta introducción a la riquísima avifauna del Neotrópico", recalcó Luis Mario Arce. De hecho, ambas islas, y en particular Trinidad, representan un nexo biogeográfico entre las Antillas y la región amazónica.