Los pequeños comerciantes de los barrios del Cristo y de Buenavista se agarran a los planes de futuro para el centro comercial del Calatrava como un clavo ardiendo. Los titulares de los negocios del entorno del complejo, que también acoge al palacio de congresos, un hotel y la sede de varias consejerías, creen que la recuperación de la zona de tiendas es la última bala para mantener a flote la economía a pie de calle en sus barrios. Por eso, aplauden los planes de los nuevos propietarios, que pretenden crear un centro de ocio que sustituya al fracasado espacio. La esperanza es que, si sale adelante, sirva para aliviar el efecto desierto que ha invadido la zona en lo que va de siglo con el traslado de equipamientos clave como el Carlos Tartiere a La Ería y el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) a La Cadellada.

Lejos de generar decepción, las noticias que apuntan a las intenciones de los nuevos dueños del centro comercial de cerrar progresivamente en los próximos meses el grueso de las cerca de 30 tiendas que siguen abiertas en el complejo, son vistas como una última oportunidad de dar un giro económico a la zona. "Revivir el Calatrava es nuestra última esperanza para recuperar la vida de los barrios", coinciden en señalar pequeños comerciantes, panaderos, pescaderos y hosteleros que llevan décadas viviendo de primera mano el declive progresivo de su entorno.

Las alternativas para recuperar el terreno perdido giran todas en torno a la creación de una oferta lúdica y de ocio diferenciadora de la existente en otros puntos de la ciudad y la región. "Hay que apostar por alternativas de entretenimiento porque lo de las tiendas de moda lo hay en todos los sitios", apunta el hostelero Manuel Calderón, quien afirma que el impacto del centro comercial "no tuvo el éxito esperado" y en los años sucesivos su capacidad de atracción fue diluyéndose más si cabe. "Notábamos algo los desayunos que dábamos al personal del Corte Inglés, pero poco más", añade.

El fallido proyecto del centro comercial que los nuevos propietarios esperan comenzar a remodelar en el mes de abril supone un lastre más para unos comerciantes acostumbrados ya a recibir golpes bajos. "El traslado del campo de fútbol fue un gran bajón y el del HUCA ya fue el no va más", indica la panadera Vivi Díaz, favorable a cambios que supongan un revulsivo para Buenavista. "Espero que acierten porque en los últimos años perdimos casi todo lo que daba vida a estos barrios, apunta, a la vez que sugiere medidas como "crear cines y otros espectáculos que satisfagan las demandas de gente mayor".

Todas las voces apuntan a la necesidad de buscar vías capaces de atraer a miles de personas, no sólo de Oviedo, sino de toda la región. "Necesitamos algo atractivo que permita recuperar parte de la mucha clientela perdida estos años", declaran Patricia Giraldo y Ángel Fernández, desde detrás del mostrador de una tienda de alimentación de Buenavista. Fernández lamenta "las nefastas consecuencias" que, desde su punto de vista, ha tenido el Calatrava para una de las partes más pobladas de la ciudad. "Las mismas obras ya afectaron para mal porque quitaron aparcamiento", destaca.

Pese al pesimismo sobre la situación actual, la apuesta prevista por los nuevos gestores ilusiona con reservas a los autónomos del entorno. "Ojalá sirva para volver a los tiempos en los que durante las rebajas pasaban por aquí 4.000 personas al día", suspira el pescadero Rafael García en relación a los primeros tiempos del Calatrava, igualmente añorados por otros empresarios, como la carnicera Pilar Cuervo. "Para mí, el cierre de las tiendas de El Corte Inglés fue la puntilla y lo peor que nos pasó desde la marcha del hospital", explica la mujer, que lleva regentando su establecimiento durante más de 30 años y ahora sugiere aprovechar tanto el centro comercial como el Centro Cívico para hacer "una gran apuesta por el ocio".