Facilitar el acceso a la vivienda y a las guarderías de las parejas jóvenes y promover una regulación migratoria atendiendo a las necesidades del mercado de trabajo. Esas son algunas de las recetas propuestas contra la crisis demográfica de Asturias propuestas ayer por el exrector de la Universidad Complutense de Madrid, Rafael durante su participación como ponente en la tertulia L'Alderique, en el Club de Tenis de Oviedo.

El también catedrático de Geografía y presidente de la asociación Seniors Españoles para la Cooperación Técnica (SECOT) dedicó buena parte de su ponencia a alertar sobre a su entender creciente problema de la despoblación a nivel nacional en general y particularmente en su Asturias natal. "La situación se agravará en los próximos años porque cada vez tenemos menos mujeres en edad de procrear", indicó el experto demógrafo, poniendo sobre la mesa las cifras en las que se refleja que Asturias cuenta hoy con 66.000 mujeres menos con edades comprendidas entre los 15 y 49 años. "Lo peor es que las previsiones hablan de que perderemos más de 30.000 en los próximos quince años", advirtió.

La solución, admitió el experto, es muy difícil, pero existen medidas que al menos permitan maquillar los datos que sitúan a Asturias con una tasa de natalidad de apenas un hijo por pareja frente a los dos vástagos necesarios para "reponer" la población. "Debemos copiar de modelos como el de Suecia o Dinamarca que cuentan con políticas familiares orientadas a dar facilidades para que las mujeres puedan compatibilizar la maternidad con la vida laboral", sugiere, descartando medidas como el "cheque bebé" del gobierno de Zapatero, que ve "totalmente ineficaz".

Del mismo modo, apostó por la inmigración como la otra pata necesaria para cubrir las bajas de la envejecida población asturiana y española. "La inmigración no es mala, siempre y cuando se realice de manera regulada y atendiendo a las demandas del mercado", declaró, haciendo hincapié en que, a pesar de lo que pueda parecer, en España "no hay olas de racismo y xenofobia como en otros países".

Sobre los riesgos del envejecimiento para las pensiones, el académico propuso valorar la posibilidad de que ciertos profesionales de entre 55 y 75 años "con ganas y capacidad" se propongan "seguir en el mercado laboral tanto contratados como emprendiendo sus propios negocios".