"Esto es lo más grande que podía pasar". Eloína Alonso vivió ayer, a sus 95 años, uno de los días más felices de su vida. Sixto Alonso, su hermano "bueno, noble y estudioso" fue ayer beatificado, 82 años después de su asesinato junto a otros ocho seminaristas mártires ante una Catedral abarrotada por 2.000 personas en la que el cardenal Angelo Becciu, Prefecto para la Congregación de las Causas de los Santo,s fue el encargado de oficiar una emotiva celebración cuyas palabras más repetidas entre los 130 parientes de los nuevos beatos fueron "alegría", "emoción" y, sobre todo, "perdón".

El pasado 7 de noviembre, el Papa Francisco proclamó la beatificación, además de Alonso, de Ángel Cuartas, Gonzalo Zurro, José María Fernández, Manuel Olay, Luis Prado, Juan José Castañón, Jesús Prieto y Mariano Suárez. Todos ellos fueron alumnos del seminario y fueron asesinados entre la Revolución de Octubre de 1934 y los primeros compases de la Guerra Civil. Becciu utilizó su esperada homilía para destacar la entrega de los religiosos en unos tiempos muy difíciles. "Ofrecieron conscientemente su vida por Cristo", indicó poco después de subrayar que, por aquel entonces, el ser identificado como religioso ya era de por sí "una sentencia de muerte".

Los trámites para alcanzar la beatificación se iniciaron ya en 1990. Quedaron interrumpidos tras la pérdida en Roma de abundante documentación relativa a sus casos, pero finalmente, por iniciativa del Arzobispado, pudo completarse la causa casi tres décadas después para alegría de los familiares. "Era un santo ya, pero ahora se lo reconocen", explicaba Eloína Alonso orgullosísima de un hermano al que incluso reconoce milagros. "Me encomendé a él para salir de situaciones muy difíciles y lo conseguí", relató emocionada la nonagenaria.

Pilar García no dudó en viajar desde Roma para vivir un momento de recuerdo tan especial. La sobrina de Juan José Castañón sacó la mantilla española y se sentó en primera fila para vivir un hito histórico para su familia. "Me embarga una gran emoción", indicó la familiar del religioso allerano asesinado en 1934.

Desde Sotrondio llegó Asunción García para recordar la figura de Mariano Suárez. El religioso de San Martín del Rey Aurelio, primo de la madre de García, fue asesinado el 7 de octubre de 1934 cuando sólo tenía 23. "Era muy buen matemático y un tío le recomendó seguir ese camino por los peligros que tenía por entonces ser cura, pero decidió continuar con la vocación", indicó la mujer.

Mercedes Viesca, por su parte, viajó desde Barcelona. La sobrina del lenense José María Fernández Martínez rememoró antes de la ceremonia los recuerdos de sus antepasados sobre el aspirante a sacerdote fusilado por su condición de religioso. "Decían que era responsable y cariñoso", apuntó la integrante de una estirpe repartida entre Cataluña y Gijón.

En la Caja de las Ágatas

La diócesis también se volcó. Un total de 156 curas -casi la mitad de los que hay en Asturias- se congregó en la Catedral. La Caja de las Ágatas una de las joyas de orfebrería del Prerrománico, donada a la Iglesia en 910 por Alfonso III, fue utilizada para portar las reliquias de los beatos. El diácono Miguel Ángel Bueno la portó hasta el altar para su bendición, junto a los actuales seminaristas.

La celebración se prolongó un par de horas. El presidente de la Conferencia Episcopal y cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, y el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, acompañaron a Angelo Becciu en los oficios.

El Arzobispo agradeció la labor de todos los que hicieron posibles las beatificaciones, entre ellos el Papa Francisco. Con la beatificación de los nueve seminaristas mártires, Asturias suma 44 beatos y un santo, San Melchor García Sampedro, que fue canonizado en 1988.