En 2013 Domingo Villar llamó a sus editores (uno en Galicia y una en Madrid) y les dijo algo así como "habemus libro" para que pusiesen en marcha todo el proceso para publicar aquel tocho de 400 páginas que acababa de escribir. Entre tanto, decidió que el texto fermentase un poco y lo volvió a leer, no le gustó demasiado y pidió parar el proceso. Luego llegó el golpe, la muerte de su padre. En ese estado emocional que produce la pérdida volvió al manuscrito "y era completamente plano". Decidió empezar de cero, reescribir completamente la tercera historia del comisario Leo Caldas, que al final se llamó "El último barco" y que en tres semanas va por la sexta edición en castellano y ya se plantea la segunda en gallego. Ni él ni los editores pensaban que esa revisión fuese a durar cinco años. En realidad, no tenía prisa. Escribe porque sueña o porque se hace preguntas, pero "nadie en sus cabales escribe para hacerse famoso o para ganar dinero".

Villar nació en Vigo en 1971 y vive en Madrid desde 1989. Esta situación le lleva a escribir en las dos lenguas a la vez. Escribe los diálogos en castellano y las descripciones en gallego, así que al final del proceso tiene un libro en dos lenguas y lo tiene que traducir. Escribe novela negra y no cree "hacer literatura de segunda". Por eso critica que "la puñetera" de Fred Vargas no acudiese el pasado mes de octubre a Oviedo a recoger el premio "Princesa de Asturias", "era un reconocimiento para todos (los escritores de novela negra)".

El autor presentó ayer en Oviedo su última novela, lo hizo en el salón de té del teatro Campoamor, el mismo al que debería haber acudido Fred Vargas. Reflexionó sobre su forma de escribir, sobre sus personajes y sobre su propia vida. Siempre escribió leyéndole cada capítulo en voz alta a su padre, hasta que se murió y tuvo que buscar otros interlocutores. Y siempre Galicia, su tierra natal, ha estado presente en sus novelas, tal vez de una forma idealizada que explicó de manera gráfica. "A Vigo llegaban veraneantes y todos los años me enamoriscaba de alguna y pasaba el invierno esperando su regreso, pero cuando la volvía a ver salía mal parada respecto a la fantasía que yo me había creado. Cuando regreso a Vigo pienso que en mis novelas también me paso un poco".

Insistió en que escribe para descubrir cosas, "porque el que lo sabe todo no escribe, escribes para hacerte muchas preguntas y para responderte a una pocas", resumió.