La sala principal prácticamente abarrotada, aforo casi completo y ovación cerrada. Así inauguró ayer la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) su nueva temporada de abono en el Auditorio de Oviedo, con un programa tan ambicioso como familiar para los aficionados que siguen a la agrupación asturiana, y con un brillante chelista, Pablo Ferrández, que bordó su actuación como solista invitado.

Un clásico del repertorio, el preludio de "Lohengrin", dio el pistoletazo de salida. La excusa perfecta para que el director Manuel López-Gómez sacase un sonido sutil y refinado a la OSPA, aunque su ajuste a la orquesta fue de menos a más a lo largo del recital y también el arranque palideciera en el balance final a la vista del progreso del resto del repertorio.

Pablo Ferrández, es considerado a sus 26 años uno de los violonchelistas más prestigiosos desde que se convirtió en el primer español en haber sido premiado en el Concurso Tchaikovsky. Fue el solista invitado por la orquesta para la inauguración de su temporada con la interpretación del "Concierto nº 1 para violonchelo" de Camille Saint-Saëns. Gran virtuoso, con muy buena téncia y un sonido muy bonito, Ferrández estuvo muy bien arropado por la orquesta y el público tuvo la oportunidad de escuchar un poco más a este joven madrileño y su stradivarius lord aylesford de 1696 con una propina de Bach y otra de Casal.

El público quedó muy satisfecho con el chelista y más aún con la segunda parte, destinada a la Sinfonía nº 9 de Antonín Dvorák "Del Nuevo Mundo". Obra de gran formato y sonoridad impresionante, de esas con las que la OSPA sabe que tiene el aplauso casi asegurado. Así sucedió ayer, cerrándose el inicio del curso del ciclo para abonados con una ovación prolongada, también para el buen encuentro al que llegaron López-Gómez y la OSPA.