La comunidad judía de Asturias celebró ayer en la plaza de Fontán de Oviedo la Janucá, la fiesta de las luces, una tradición que ya se ha asentado después de trece ediciones en una ciudad que, según la presidenta de la Comunidad Israelita de Asturias, Aida Oceransky, es un ejemplo de tolerancia. "Vivimos en el mejor sitio de Europa, tranquilo, respetuoso y sin conflictos".

La fiesta alude a la única rebelión que protagonizaron los judíos en la antigüedad, contra el imperio griego seléucida, en la que se produjo un milagro: cuando los judíos recuperaron el templo de Jerusalén, encendieron el candelabro con una cantidad mínima de aceite, que a pesar de ello llegó a durar hasta ocho días.

Jánuca, palabra que en hebreo significa "inaugurar", rememora aquel milagro con el encendido sucesivo de ocho brazos, uno por cada día, más un brazo que porta la vela con la que se encienden todas las demás.

Un gran candelabro, llamado januquiá, se alzó en medio de la plaza del Fontán y se encendieron sus velas. Posteriormente, los asistentes protagonizaron varios cantos, entre ellos, uno en lengua sefardí -la basada en el español que hablaban los judíos expulsados de España- titulado "Candelitas".

El acto contó con la presencia de los concejales del equipo de gobierno Covadonga Díaz y Mario Arias. Este último participó en el encendido de la januquiá. Tras el gran candelabro, las familias encendieron otros más pequeños.

Finalmente, compartieron dulces típicos de la comunidad judía y propios de la fecha, que tenían en común estar hechos con aceite.

Aida Oceransky se mostró muy agradecida por el apoyo institucional que tiene su comunidad en Oviedo y por la tolerancia que muestra Asturias, "a donde muchos judíos quieren venir a vivir".