"El cirio pascual simboliza la ruptura de la tiniebla por la luz de Cristo", lo dice Alberto Reigada, párroco de la iglesia de San Francisco Javier de la Tenderina. Por eso ayer, Domingo de Resurrección, subió a la azotea de su templo para bendecir el cirio que la noche antes había encendido durante la vigilia.
Reigada se encaramó a la azotea a las doce y media y bendijo el cirio ante la atenta mirada de decenas de vecinos que le seguían desde las ventanas y que, una vez concluido el rito, lo celebraron con aplausos. El párroco recibía así la respuesta a su intención de hacer ver a los feligreses "que habrá salud después de la enfermedad". Para aquellos que tienen fe, el cirio pascual les confirma "que hay esperanza". Por eso, apuntó el párroco, "qué mejor momento que en medio de esta pandemia para encender un cirio que nos dice que saldremos de esta igual que salió Cristo".
El párroco de la Tenderina reflexionó en la azotea de su iglesia sobre una situación en la que, "pese a todos los avances científicos y tecnológicos que tenemos, ha llegado un bicho que ni siquiera vemos para poner al mundo en vilo". Por eso, añadió, "es el momento de empezar a valorar aquello que ahora no tenemos, los abrazos, los besos o el reparto del bollo de Pascua un día como hoy".
En la misma línea, y en el mismo lugar, la azotea, Alberto Reigada aseguró que "el virus no lo ha enviado Dios" y abogó por que una vez pasada la pandemia "cambiemos nuestro estilo de vida para tener más en cuenta el encuentro y las relaciones cara a cara entre personas". "Este virus nos genera una gran reflexión", concluyó.