Entrevista | Guillermo Heras Codirector del curso sobre el Santo Sudario

"El Sudario es parte del que cita San Juan y puede estar recortado en 20 centímetros"

"Si no estuvieramos hablando de Jesús, si fuera otra persona, se tomarían mucho más en serio las investigaciones; es un nombre que impone"

Guillermo Heras. | LNE

Guillermo Heras. | LNE / Oriol López

Guillermo Heras (Ciudad Real, 1948) es un abogado e ingeniero de caminos al que su curiosidad le ha llevado al estudio exhaustivo del Santo Sudario. Descubrió su existencia cuando residió en Asturias, en los años 80, pero reparó en su valor gracias a las pesquisas de monseñor Giulio Ricci, un religioso romano estudioso de la Síndone de Turín. Es promotor desde hace más de treinta años del equipo de investigación del Centro Español de Sindonología (EDICES). Codirige el curso que celebra en Oviedo esa organización, junto a la Asociación Sudario de Oviedo (ASDO) y el Cabildo de la Catedral, los días 23 y 24 de mayo.

–¿Nos presenta el curso, para los legos en la materia?

-Conmemoraremos el trigésimo aniversario del I Congreso Internacional del Santo Sudario, que convocamos en Oviedo en 1994. De paso, se abordará el origen del Camino de Santiago desde Oviedo, el Camino Primitivo.

–Lleva muchos años de estudio. ¿Cómo comenzó?

-En 1986 leí un libro de Giulio Ricci que se llama "L'Uomo della Sindone é Gesù" –"El hombre de la Síndone es Jesús"– donde cita al Sudario de Oviedo. Es su auténtico descubridor. Yo había estado en la Catedral en 1981, cuando me mudé a Asturias por trabajo, y había visto la pieza en persona. En ese momento no me llamó la atención en absoluto, estaba en una onda muy diferente. Lo que sí seguía de cerca, desde finales de los 70, eran los estudios norteamericanos liderados por mi buen amigo, a día de hoy, John Jackson, del lienzo de Turín.

–¿Qué planteaba Ricci?

–Lo primero, entender lo mejor posible el capítulo 20, versículo 7 de Juan. Ahí se dice literalmente "el soudarión que había cubierto su cabeza (la de Jesús) no estaba junto a los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte". Desde finales de los años 30 se discutía entre los exegetas –personas que interpretas los textos religiosos– sobre ello. Había dos corrientes. Una decía que es el mismo que cita Mateo, Marcos y Lucas con el nombre de "síndone". La otra, que podría ser otro, aunque tampoco descartaba la primera hipótesis. Ricci se puso a rastrear y localizó un lienzo muy venerado desde tiempo inmemorial, el Sudario de Oviedo. Sobre una foto se pone a razonar y llega a conclusiones interesantes, como que las manchas de sangre son simétricas.

–¿Y sobre el equipo de investigación?

–Convenzo a finales de los 80 a mis compañeros del laboratorio de Hidroeléctrica Española, gente muy seria, como Felipe Montero, Jaime Izquierdo o José Luis Pintado. Buscamos una organización que tuviese que ver con el lienzo de Turín y contactamos con el Centro Español de Sindonología, en Valencia. En 1989 el Cabildo de la Catedral y el arzobispo Gabino Díaz Merchán nos autorizan a estudiar el Sudario y lo inspeccionamos por primera vez. Ahí se nos une el prestigioso forense Delfín Villalaín, en 1990.

–¿Qué resultados presentaron?

–Uno, cómo se utilizó la tela. Encajaba, como la pieza que cita Juan, un uso improvisado y que no formó parte de la mortaja de Jesús de Nazaret. Que lo llevó entre el Gólgota y el Sepulcro, los datos indican que no fueron más de dos horas. Todo lo que vamos encontrando va en la línea de que son el mismo. También que había mucha información compatible del lienzo de Turín, algo de lo que Ricci ya se había percatado. De aquellas no se podía precisar cómo, ahora sí. Todo apunta a que ambos cubrieron la cabeza del mismo cadáver.

–¿Cómo llegaron a ellos?

–Del 90 al 93 entendimos bastante como el Santo Sudario rodeó la cabeza del cadáver, al margen de la identificación de la persona. Villalaín analiza las manchas y dice que son de sangre humana, posiblemente del grupo AB y cadavérica, aunque también hay de cuando la persona aún vivía. Reprodujimos el proceso con una cabeza de cristal y salieron cosas muy coherentes que presentamos en el II Congreso Nacional de Paleopatología, un foro estrictamente científico de medicina legal y forense. Fue en 1993, antes del primer Congreso de Oviedo.

–¿Qué han avanzado hasta 2024?

–Nuestro grupo de trabajo ha avanzado muchísimo en la comparación de la información entre el lienzo de Oviedo y el de Turín. Ambos han cubierto la misma cabeza, no vemos alternativa. Los datos en común van mucho más allá de que coincida un ojo o la boca y atañen a toda la cabeza. Creemos que es la parte central del "soudarión" que cita San Juan. Abogamos porque está recortado, le falta una parte importante. Calculamos que de 20 a 25 centímetros por todo el perímetro.

–¿Y la conservación?

–Importantísima para no perder ni un solo bit de información. Debe estar sin oxígeno y con un plan de control que vigilen expertos en conservación de lienzos. Eso ya se puede hacer, porque el Sudario ha sido escaneado y no hace falta estar continuamente manipulándolo para estudiarlo.

–La gran pregunta. ¿Envolvieron ambas telas, efectivamente, a Jesús?

–Si se avanza más en la comparación se puede tener una coherencia muy importante de que así sea. La cuestión es que hablamos de Jesús, si lo hiciésemos de otra persona se tomarían mucho más por seguro las investigaciones. Ese nombre impone. No nos engañemos, todos estamos en esto por Jesús, no porque seamos aficionados a lienzos con sangre en catedrales (ríe).

–¿Y si se comprueba que no es?

–Difícil, porque nada avanza en ese sentido. Lo primero sería encontrar un cadáver candidato a haber sido envuelto por ambos lienzos. Mientras no sé de con él no hay nada que decir.

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