La lluvia respeta a La Balesquida

Los chubascos, constantes en el día de ayer, amainaron por la tarde y permitieron a la cofradía procesionar con la Virgen de la Esperanza

Los porteadores de la Cofradía de La Balesquida, procesionando con Nuestra Señora de la Esperanza, ayer, en la plaza de la Catedral. | David Cabo

Los porteadores de la Cofradía de La Balesquida, procesionando con Nuestra Señora de la Esperanza, ayer, en la plaza de la Catedral. | David Cabo / Oriol López

El mal tiempo se tomó ayer un respiro en el momento adecuado y respetó a Nuestra Señora de la Esperanza. Los chubascos, constantes durante el día de ayer, se detuvieron justo a la hora en que la Antigua Cofradía de La Balesquida tenía que devolver a la Virgen a su capilla desde San Tirso el Real. Allí se ofició una misa y se rezó el responso por Velasquita Giráldez, la benefactora de la cofradía, dentro de las celebraciones de las Fiestas de Pentecostés. Por tanto, la imagen desfiló por la plaza de la Catedral sin necesidad de que se la cubriera con protecciones contra el agua, a diferencia de otras ocasiones.

En los minutos previos al comienzo de la procesión había gente que aun no estaba segura de que la imagen pudiera salir a la calle. "Perdonad, ¿hay al final procesión?": fue la pregunta que tuvieron que escuchar, y varias veces, algunos de los cofrades que se resguardaban de la lluvia bajo los soportales de entrada de San Tirso el Real. La respuesta, aunque las precipitaciones todavía no se habían detenido en ese instante, era un firme "sí". Mientras, en el interior del templo y bajo la atenta mirada de la Virgen, finalizaban el Santo Rosario y la misa que ponían punto final al triduo celebrado en honor de la patrona de la Cofradía de La Balesquida.

Diecisiete cofrades cargaron sobre sus hombros el trono con Nuestra Señora de la Esperanza, que iba engalanada con su manto de verde, color que evoca al proceso de fe que le da nombre. A sus pies, arreglos florales a juego, de verde y blanco. Como es costumbre, los cofrades más jóvenes encabezaron la procesión. Los tambores y las gaitas de la Banda de Música "Ciudad de Oviedo" fueron los que abrieron camino al paso, que tuvo un séquito de más de cincuenta personas. Los músicos llegaron hasta la entrada de la capilla de La Balesquida y formaron un pasillo que encarriló el camino de la Virgen hacia la capilla.

La procesión, de unos 100 metros de recorrido, despertó la curiosidad de numerosos transeúntes que se detenían a contemplar el desfile religioso. Muchos de ellos turistas, otros ovetenses; todos desenfundando sus teléfonos móviles para inmortalizar la ocasión. El momento de mayor expectación fue la entrada de la Virgen de la Esperanza en la capilla de La Balesquida. Los costaleros, el encarar el pórtico de entrada, dieron un giro de 360 grados que dejó a la imagen de espaldas al acceso del templo, totalmente rodeado de cofrades y curiosos.