Los recuerdos de los invitados asturianos en el vigésimo aniversario de la boda real de Felipe y Letizia

Fue una ceremonia hermosa en la que brilló con luz propia la voz de Menchu Álvarez del Valle, abuela de la novia, leyendo la epístola de San Pablo

El 22 de mayo de 2004 en Madrid no pudo ser más asturiano en cuanto a la meteorología, con la lluvia de protagonista. Pero también porque se casaba una asturiana que a día de hoy no es una asturiana cualquiera, sino la Reina de España. Entonces era Letizia Ortiz Rocasolano, nada desconocida para el gran público, pues presentaba el Telediario de la noche. Cuando ella y el entonces Príncipe Felipe cruzaron la puerta de la catedral de la Almudena dejaron atrás la música de las gaitas de la banda "Ciudad de Oviedo", que tocaron a la llegada de ella al patio del Palacio Real, lleno de gente entusiasmada que resistió bajo el paraguas para ver a la feliz pareja. Lo de las gaitas fue uno de los muchos guiños a la tierra de origen de Letizia, un manojo de nervios entonces que, ahora, 20 años después, ha sabido poner a raya.

En la Almudena y posteriormente en el banquete hubo muchos invitados –1.600, con 36 casas reales representadas– y entre estos no pocos asturianos. Una parte, por familia y amistad, como es lógico en toda boda, y otra, por cuestiones de protocolo y representación institucional. "Lo primero que acude a mi mente al recordar aquel día es la incesante lluvia. Ya se sabe lo que dice el refrán: ‘Novia mojada, novia afortunada’. Fue una ceremonia hermosa en la que brilló con luz propia la voz de Menchu Álvarez del Valle, abuela de la novia, leyendo la epístola de San Pablo", recuerda María Teresa Álvarez, periodista al igual que Letizia, y entonces acompañante del exjefe de la Casa del Rey Sabino Fernández Campo, fallecido en 2019. "Han pasado veinte años y tienen dos hijas preciosas. La sucesión de la Corona está asegurada. Desde hace una década, don Felipe y doña Letizia son los Reyes de España. Creo que su gestión ha sido y es buena, a pesar de los vendavales que de vez en cuando intentan socavar la institución", anota Álvarez.

"Inolvidable" fue el día para Graciano García, fundador y director emérito vitalicio de la Fundación Princesa de Asturias. En Madrid estuvo con su esposa, María José Cervero, y junto al entonces alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, y la mujer de este, Rita María Álvarez, hicieron el paseo para acceder a la Catedral. "La Fundación tuvo una brillante presencia, pues nuestro coro cantó ‘Asturias, Patria Querida’ a la puerta de la iglesia (la basílica de Atocha) donde los recién casados depositaron un ramo de flores a los pies de la imagen de la Virgen. Ese día comenzó una historia que ha engrandecido a España por la ejemplaridad de una familia unida y fiel a una difícil misión", destaca García.

Carolina de Mónaco emocionó a Juan Vázquez

En 2004 se produjo la curiosa coincidencia de que el presidente de la Conferencia de Rectores de Universidades de España (CRUE) fuera asturiano y, además, de la ciudad de la novia. Juan Vázquez estaba al frente de la Universidad de Oviedo y de la organización nacional. "Para mí fue un honor y un momento verdaderamente histórico asistir", explica. Tiene muchas anécdotas que recuerda con humor, como la "emoción de contemplar de cerca a ese amor de toda una generación como la mía que era Carolina de Mónaco" o la "verdadera conmoción" de vestir chaqué: "Fue la primera vez en mi vida. También llenó de preocupaciones a mi mujer acerca de la ropa, el vestido, el calzado... Y en los días siguientes tuve naturalmente que contar la boda a todos mis conocidos". Vázquez fletó a Zarzuela una furgoneta con el regalo: "Cada Universidad aportó el mejor libro que hubiese editado".

Anécdotas y más anécdotas de los asturianos en la boda real de la que ahora se cumplen 20 años. Unas se cuentan, pero la inmensa mayoría se guardan en la memoria y en la intimidad del momento que comparten los invitados con unos novios que no eran unos novios cualquiera. Hoy son los Reyes de España y entonces eran ya los "reyes" de Asturias.

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