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El gen asturiano en la obra de Genaro Alas

El arquitecto madrileño, fallecido el mes pasado, fue pareja laboral de Pedro Casariego desde 1955 y era nieto del hermano mayor de Clarín

El arquitecto Genaro Alas Rodríguez.

Como de su tío abuelo, del arquitecto Genaro Alas Rodríguez se puede casi decir que le nacieron en Madrid, aunque su tierra de adopción no fue la Asturias de su padre, Genaro García-Alas y Ureña, sino el Cáceres de sus primeros trabajos (Instituto Nacional de Colonización), donde se retiró tras la jubilación y donde falleció el mes pasado. Con su muerte, se va la otra mitad superviviente de uno de los estudios de arquitectura más reconocidos dentro del movimiento moderno en España, el que formó junto al ovetense Pedro Casariego, fallecido en 2002, y con el que firmó más de 300 proyectos, entre los que figuran el edificio para oficinas de Assicurazioni Generali (1964), la fábrica Monky (1960) y la Torre Windsor (1975), que ardió en plena reforma, en febrero de 2005.

El edificio Trieste, en Madrid.

El edificio Trieste, en Madrid.

Si Pedro Casariego contenía todos los genes asturianos posibles, los de su padre, el también arquitecto y pintor Francisco Casariego, y los de su tío, igualmente arquitecto y artista, Joaquín Vaquero Palacios, Genaro Alas era la segunda generación de descendientes de aquel Genaro Alas y Ureña.

Su abuelo fue el hermano mayor de Clarín y también quien desplazó a la familia al Madrid en el que él nacería, en 1926. Militar ya jubilado, el abuelo vio de repente aumentar su familia y buscó trabajo en la capital, donde ejerció como periodistas e ingeniero. Los vínculos con Asturias nunca se perdieron, y Genaro Alas, con una sólida formación científica y literaria y gran manejo del inglés, francés, alemán e italiano, fue también pionero de los veraneos en Salinas, al construirse entre 1882 y 1884 una de las primeras casas de veraneo en la localidad castrillonense, que además de su mujer, Mercedes Cores Menéndez-Valdés, y sus hijos disfrutaron también sus hermanos o los intelectuales del Grupo de Oviedo.

La Torre Windsor, obra de Alas y Casariego en Madrid.

La Torre Windsor, obra de Alas y Casariego en Madrid.

El nieto, aunque nacido en Madrid y establecido inicialmente en Cáceres, regresó a la capital con su alianza empresarial con un compañero de carrera, el ovetense Pedro Casariego. En el estudio Alas Casariego estuvieron juntos hasta el fallecimiento de su socio. Siguió unos años junto a Juan Casariego y Gádor de Carvajal y se jubiló definitivamente en 2007.

El estudio de Alas Casariego dejó obras “muy rigurosas”, “una arquitectura muy austera que no se concedía ninguna banalidad”, como recordaba ayer el arquitecto Rogelio Ruiz. A modo de prueba, aporta unas reflexiones de Pedro Casariego que son válidas para todo lo que hizo con Genaro Alas y que recogió Juan Casariego a modo de “decálogo de su padre”.

Decía Pedro Casariego de su trabajo con Genaro Alas que “todo proyecto, grande o pequeño, realizado o imaginado, nos ha generado la misma ilusión; ha partido del interior del programa buscando una expresión exterior satisfactoria. Hemos pretendido la belleza de cada una de las fases, desde los croquis hasta el final. No hemos añadido nada superfluo, pues hemos mantenido la creencia de que todo adorno es delito. Hemos procurado la mínima economía, entendida como el mínimo necesario para conseguir plenamente un fin determinado. Caro o barato. No nos hemos dejado arrastrar por las modas que hemos visto pasar por delante de nosotros repetidamente con un cierto ritmo iterativo. Hemos dado importancia al módulo, rompiéndolo cuando consideramos imprescindible. Hemos pretendido entender la totalidad del proyecto buscando la necesidad de cada una de sus partes. Hemos intentado responder al contexto de cada edificio pero sin concesión alguna al mimetismo. Hemos dado prioridad a la colocación en obra de los materiales, dando importancia precisa a una supuesta belleza intrínseca. Con estos criterios, practicados con mayor o menor acierto, hemos proyectado edificios de los cuales muchos han llegado a plasmarse en la actualidad”.

Genaro García-Alas, en Salinas, hacia 1915.

No llevaron muchos a la práctica en Oviedo, aunque participaron en la reforma del Campoamor en los años ochenta. En la ciudad, Genaro Alas conservó una buena relación con su prima segunda María Cristina García-Alas, hasta su fallecimiento. “En el fondo”, reflexionaba ayer Leopoldo Tolivar Alas, “se seguía sintiendo asturiano en el sentido de que tenía perfectamente conocidas sus raíces aunque le quedaran un poco lejos”.

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