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El Fontán, una plaza de luto, dos semanas después de la tragedia que conmocionó la ciudad

Loli Secades, decana de la venta de flores del mercado ovetense, no ha vuelto a su puesto tras perder a su marido, el paquistaní “Miguel” Khalil, en un accidente de tráfico a los cinco días de su boda

En la foto, el lugar del accidente; en los recuadros, "Miguel" Khalil, y Loli Secades.

El emblemático mercado ovetense del Fontán vive estos días su Semana Santa más extraña. Ausencia de turistas aparte, los incondicionales del emblemático centro comercial al aire libre ovetense echan de menos a uno de sus emblemas. El puesto de Loli Secades, decana de la venta de flores no está. “¿Qué fue de la florista?”, preguntan algunos visitantes de otros puntos de la región que este año se quedaron sin las palmas de su vendedora favorita. 

La pregunta da paso a bocas abiertas, manos en la cabeza y algún que otra blasfemia repentina. La repuesta de los “vecinos” de Secades sigue encogiendo corazones y generando alguna lágrima. Estos vuelven quince días atrás y recuerdan con pesar lo sucedido quince días antes en la céntrica calle Jovellanos de la capital asturiana. 

Era un miércoles normal. Loli, de 66 años y con más de tres décadas de autónoma a sus espaldas, había terminado su enésima jornada matinal en su punto de venta situado en los exteriores de la plaza cubierta. Su prima le había ayudado a recoger y a eso de las dos de la tarde ambas se desplazaron hasta la calle Rosal. Allí les esperaba al volante Mohammad Khalil Khan, otro histórico vendedor ambulante del Fontán, ya felizmente retirado.

Khalil llegó a Oviedo hace más de cuarenta años procedente de Pakistán en busca del sueño europeo. Rápidamente se ganó la simpatía de los asturianos. Su puesto de venta de ropa se convirtió poco a poco en un fijo de las citas comerciales del Fontán. Pasó por diferentes ubicaciones, pero su peculiar rostro moreno, su gran nariz y su extrema amabilidad le hicieron llegar a la jubilación como toda una institución.

Tras un primer matrimonio con una asturiana que dio como fruto dos hijos, “Miguel” encontró por segunda vez el amor, ya en edad madura en el lugar donde tantas horas pasó aguantando frío y regateando con clientes. Aquella encantadora de flores que se situaba a escasos metros de él en la plaza consiguió arrebatarle el corazón. Su relación, tan bonita como discreta, fue un pequeño secreto a voces. 

Lo que casi nadie sabía es que ambos habían contraído matrimonio el pasado 12 de marzo. La pareja, él de 70 años y ella de 66, vivían una segunda juventud tras el enlace. “Miguel estaba eufórico”, comentan algunos allegados sobre un varón rebosante de alegría por su segundo matrimonio y la adquisición, cuatro metros atrás de un precioso BMW blanco. 

Fue precisamente en ese vehículo donde se fraguó la tragedia. Miguel llevaba varios días con molestias en el pecho. A pesar del malestar pudo acudir a recoger a su querida esposa y su familiar. Cuando estas se subieron al coche se encendieron las alarmas. El estado del vendedor se agravó y este decidió motu proprio dirigirse inmediatamente al hospital. 

El conductor se sentía cada vez peor y decidió pisar el acelerador con la esperanza de llegar a tiempo de ser atendido. Sin embargo, cuando el coche iba por la calle Jovellanos el semáforo se cerró y los efectos de un supuesto ataque al corazón le impidieron frenar a tiempo. Chocó contra un coche que estaba delante, al tratar de esquivarlo salió rebotado contra una farola y la parte delantera derecha del vehículo quedó totalmente destrozada.

Loli quedó atrapada entre el amasijo de hierros. Eran en torno a las dos de la tarde y minutos después los sanitarios llegaban hasta el lugar. Los mismos sacaron a Miguel del vehículo y lo llevaron a una sucursal bancaria cercana. Ya se había desvanecido y trataron sin éxito practicarle la renovación. 

La florista, ajena al fatal desenlace fue liberada por los bomberos y trasladada al HUCA, donde un día después, el pasado 18 de marzo, recibió el alta con varios golpes por el cuerpo de escasa consideración. Su prima, que iba en la parte de atrás del turismo, apenas sufrió unos rasguños, pero se llevó un susto que difícilmente olvidará.

El cuerpo de Miguel fue retirado directamente por una funeraria casi dos horas después del siniestro. La tragedia se había consumado. La comunidad islámica asturiana, asentada en la mezquita de La Florida, le dedicó un rito en su memoria. “Fue un pionero para muchos musulmanes en Oviedo”, recordaban. 

A pesar de las muestras de cariño, Loli Secades continúa conmocionada. Desde la tragedia “se recupera poco a poco”, dicen su círculo más cercano, pero ya no ha vuelto a ser la misma. El rincón de un Fontán todavía de luto, donde es una fija desde hace más de 30 años, sigue esperando su vuelta. “Sin sus flores no es lo mismos”, claman los clientes de la plaza ovetense.

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